Reflexión – Mi amigo Enrique

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Mi amigo Enrique es un empresario y negociante a quien le ha ido muy bien en sus actividades comerciales.

Tiene una bonita familia con quienes periódicamente viaja al exterior con fines vacacionales o de negocios. Le conocí cuando nos visitaba en la iglesia donde me congrego. Coincidimos en la opinión, que promover programas deportivos, musicales o cómicos. Financiar “novelitas rosas”, realitis grotescos o programas sexuales. Apoyar noticieros chabacanos, amarillistas y de mal gusto. Todo eso es fácil y común, pero conseguir patrocinantes para llevar el mensaje de Salvación y Vida Eterna al mundo, es bien difícil.

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Y cuando mi amigo Enrique supo que yo hacía un programa de radio en una emisora AM, que se llamó “Una voz de esperanza”, y que necesitaba patrocinantes, allí estaba él, apoyando la difusión del mensaje de Salvación. Luego, edité un periódico a full color con mi hno. Israel Soto que se llamó, “En los últimos días” y mi amigo se hizo presente de nuevo. Me decía: “Mire hermano William, cualquier cosa que Ud. haga para la predicación del evangelio, avíseme que hasta donde yo pueda le ayudo». Tiempo después, decidí escribir mi primer libro y no dudé en ir a hablar con él, a quien le presenté la propuesta “El poder de Dios a través de la prensa” y con todo el gusto del mundo me apoyó y se hizo realidad el proyecto. Que por cierto, todavía quedan ejemplares en Cevisa Barquisimeto. Más recientemente, en el año 2012, edité un nuevo libro, “De la familia al cielo”, y mi amigo Enrique de nuevo dijo presente. Sin muchas vueltas me preguntó ¿Cómo lo ayudo hermano William?
Como cosas inevitables en un mundo de pecado, a mi amigo Enrique le detectaron una extraña enfermedad que lo tiene convaleciente desde hace apenas cinco meses. Podemos decir que de alguna manera todos estamos como confundidos por esto. Sin embargo, cuando a menudo hablamos, acepta con gran entusiasmo y agrado que estudiemos la Palabra de Dios y que oremos. Recién aceptó procediéramos, como lo manda Dios el libro de Santiago. “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llamé a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados”. Sant. 5:14,15. Y consecuentemente lo aceptamos por profesión de fe ante la iglesia.

Lo más resaltante del caso y que nos muestra como la tierna unción del Espíritu Santo lo llena, es que Enrique, a pesar de su estado repentino y lo duro que ha sido la enfermedad, se mantiene firme en la fe. Su discurso, que a viva voz escucha su honorable familia es: “Doy gracias a Dios por todas las bendiciones que me ha dado hasta ahora, y si él decide que debo bajar al sepulcro, igual mi agradecimiento por todo lo que me ha dado”. Su oración permanente es, que su fe no le falle y eso ha sido un poderoso testimonio para todos quienes le conocemos. Cuando hablamos, siempre le recuerdo, que está en manos del Omnipotente. Y que hay mucha gente orando a Dios por él. Y dice ¡Amén! Ud. mi apreciado lector, también puede orar por él. ¡Hasta el próximo martes Dios mediante.

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