En La Cuchilla, caserío al sur de Río Claro, a una semana de la intoxicación masiva de niños y adultos con una sustancia hasta ahora no determinada, nadie está tranquilo, sobre todo las madres de los casi cien pequeños afectados por el extraño mal.
“No estamos dispuestos a enviar a nuestros hijos a la escuela hasta que no nos digan qué fue lo que pasó, porque lo ocurrido en La Cuchilla no fue cualquier cosa”, manifestó una de las madres de los escolares intoxicados.
Este lunes, un numeroso grupo de ellas, así como docentes, padres y dirigentes comunales, se reunieron en La Casa de la Cultura, en Río Claro, para decidir las acciones a tomar para que las autoridades sanitarias informen lo que pudo haber ocurrido.
La maestra Yamelis Peraza fue clara en su exposición: “Lo que pasó en Río Claro no fue nerviosismo. No sabíamos qué hacer con esos niños. No podemos esperar que ocurra una muerte para que las instituciones actúen”.
La docente también se preguntó si el aire contaminado que aspiraron los niños no les afectaron sus neuronas, porque cuando ocurren convulsiones, eso pasa.
Quienes tomaron la palabra no conciben que las autoridades sanitarias, alegremente, digan que necesitan un mes para saber los resultados de los exámenes de laboratorio que se llevan a cabo.
La trabajadora social Pastora López, por su parte, narró los minutos de desesperación que vivieron ese lunes 8 cuando al ambulatorio de Río Claro comenzaron a llegar niños y adultos convulsionados.
“Eso no sólo afectó a La Cuchilla, también a Río Claro porque ese es un pulmón vegetal de la parroquia Juares. Narró que también enfermeras del centro asistencial sufrieron las consecuencias de la intoxicación y aportó el nombre de una de ellas, quien cayó desmayada mientras atendía pacientes.
Desesperación de una madre
Jenny Cambero es la progenitora de Darwin, un niño de 12 años, alumno de la escuela, no ha podido apartar de su mente esa mañana del lunes de la pasada semana cuando le informaron lo que ocurría a su hijo.
“El estaba muy mal, con ronchas en la piel, la garganta roja y no podía respirar; yo pensé que se me moría, pero Dios estaba con nosotros. No puede ser que ahora en Barquisimeto vengan a decir que fue nerviosismo de nosotras. Es que no vivieron lo que vivimos nosotros. Esto no se puede quedar así; hay que investigar lo que pasó”, dijo aún muy preocupada.
Refiere que el niño aún no está repuesto del todo y que lo llevó a un médico privado después de ser atendido en Barquisimeto.
También fue sometido a exámenes de laboratorio, los cuales, afortunadamente, salieron negativos, salvo por la presencia en su organismo de benzodiazepinas, un medicamento psicotrópico que actúa sobre el sistema nervioso central y se usa para el tratamiento de personas en pánico causado por intoxicaciones por alucinógenos, como también por epilepsia.
Se presume se lo suministraron en el Pediátrico.
Más afectados
Roximar Mendoza vive al lado del liceo de La Cuchilla, y como otros miembros de su familia, sintió esa mañana del lunes 8 los efectos de “algo” en el ambiente.
A algunos les pareció como un herbicida o insecticida y no creen haya procedido del laboratorio del liceo o la escuela, sobre todo por la gran cantidad de personas afectadas.
“Aquello fue terrible; una no sabía qué hacer porque no podía respirar y lo peor es no saber de donde venía. Una trataba de protegerse pero el olor se metía por todas partes”, afirmó Roximar, muy preocupada por no conocerse aún el origen de la intoxicación.
Informa que en una bolsa negra continúan en la escuela los bolsos de los niños y que las clases seguirán suspendidas hasta que las autoridades sanitarias informen el origen del problema.
El centro educativo permanece desolado, sobre todo después de que el pasado viernes, cuatro días después de lo ocurrido, el aire continuaba contaminado.
Magalis Escalona, miembro del personal obrero, junto a otra compañera y vecinos voluntarios, trataron de hacer una limpieza pero tuvieron que retirarse al sentir malestar, como sequedad en la boca y “piquiña en el cuerpo”.
Dijo que los bomberos llegaron, miraron y se fueron, pero no hicieron ninguna recomendación, ni siquiera lavaron pisos o paredes.
Este lunes, La Cuchilla seguía prácticamente desolada; apenas uno que otro campesino estaba dedicado a trabajar la tierra pues la mayoría permanecía en Río Claro, por precaución.
Los asistentes a la reunión acordaron dirigirse a la Defensoría del Pueblo para exigir su intervención ante los organismos correspondientes a fin de que se agilicen los resultados de los exámenes de laboratorios que hacen a artículos escolares.
Piensan que un mes de espera es mucho por la angustia que para los habitantes del caserío representa el no saber si la intoxicación colectiva se originó en la escuela, el liceo o en productos químicos no autorizados que estarían siendo utilizados en las siembras existentes en el lugar.
“En Barquisimeto no vivieron lo que vivimos nosotros y vamos a seguir reclamando hasta que nos digan la verdad de lo que pasó ese lunes en la mañana”, afirmó una de las madres presentes con el respaldo de todos los presentes en la reunión.