Por la puerta del sol – Tanto va el cántaro al agua… (capítulo final)

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“Cuando la tiranía se hace ley la rebelión del pueblo es un derecho” (Simón Bolívar)
Los pueblos felices no reclaman ni se rebelan, lo hacen aquellos a los que el gobierno atropella y hace desdichados. Se rebelan cuando agreden sus derechos y libertades, cuando les destruyen sus fuentes de trabajo, les invaden sus propiedades ganadas con el sudor, se rebelan cuando le imponen perversos controles, cuando no hay comida, paz, respeto, salud, seguridad ni orden; se rebelan contra la ley cuando esta olvida trabajar por el pueblo y no contra este,  se revelan cuando quienes mandan  se reparten la nación a dentelladas.
No hay diferencia en las ambiciones de los monarcas y señores feudales de ayer con respecto a los gobernantes de la Venezuela de hoy que atacan a los capitalistas, pero viven del capitalismo copiando  al pie de la letra sus vicios, lujos y codicias, adaptados totalmente  a sus intereses personales.
La historia de la fábula Rebelión en la granja  de George Orwell, es el símbolo de todas las dictaduras.  Representa de manera sincera y real el comportamiento de los políticos  que fijan sus reglas a las que todos deben ceñirse, incluso que sus descendientes sean por siempre los amos del poder.
Las crisis proceden de la perpetuación de una estructura que amenaza ruina por la incapacidad de no saber  gobernar con inteligencia, que utiliza  el poder para aniquilar el derecho de los mismos que lo llevaron allí. El modelo establecido en Venezuela no sirve, tiene que cambiarse totalmente  si quiere salir del atolladero en que se encuentra.
Los pueblos jamás deben resignarse a vivir bajo el yugo de la dictadura, morirán si caen en la resignación. Pueblo que se resigne a padecer cada día la espantosa inflación, la escasez,  el abuso, la altanería, la injusticia, la opresión irremediablemente  terminará esclavizado; no debe resignarse a aceptar tanta humillación, a sentirse en las inmensas colas para comprar lo que le permite el régimen, como si estas lo llevaran no a comprar algo sino a un campo de aniquilación.
El pueblo  sufre la crisis a que lo ha llevado el modelo que solo toma medidas, que no resuelve el fondo de los problemas y arremete contra toda libertad de expresión. No es un momento histórico, es un momento de vergüenza.  Ni mentiras, ni cuentos, ni controles, capta huellas, ni cierre de fronteras lograrán sacar del caos en que la nación  está inmersa.
Cuando el pueblo salga del marasmo y empiece a razonar del yugo que ya pesa demasiado sobre su alma y capacidad de soportar, explotará tal cual ocurrió en la historia de las rebeliones de los pasados siglos, cuyas consecuencias  fueron y siguen siendo impredecibles.
La resignación es el mal de los incapaces, de los esclavos, de los que presente ni futuro interesan, de los muertos en vida. La resignación ayuda a mantener un poder eternamente, se convierte en una ideología y al ser humano en un absoluto inútil, es el gran enemigo de la vida, acaba con el espíritu de la lucha, apaga el motor de la existencia, acaba con la acción, con los sueños, con la familia,  con la esperanza.
A todo le llega su póstuma hora. Si no se cambia el modelo impuesto y la mala asesoría de la tiranía cubana, sucumbirá  a no dudarlo más temprano que tarde. Venezuela tiene decidido su rumbo, señor presidente decida usted el suyo ahora, que para luego es tarde.
Tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe. Así mismo ocurre con la paciencia de los pueblos…

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