Por la puerta del sol – Soñar y nada más

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Dice la canción de Alfredo de Angelis: “Soñar es amar, despertar es quebrar ilusiones y hallar entre sombras la amarga verdad…”

Mis hermanas fueron las solicitantes del presente tema que con mucho gusto dedico a Trina, Marlene, Elsa, Hortensia, Rosa y Adelfa, igual que a los respetables lectores de este diario.

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La vida es una ilusión incrustada de retoños, es vibrante como las estrellas, buena como el agua de la fuente,sin fronteras como el canto del ave, sublime como el amanecer,hermosa como la libertad, excitante como unte quiero.

Infeliz es aquel que vive sin soñar, que no añora, que no espera, que no vive y no ama porque su pecho es un erial sin sentimientos.

Los recuerdos de la infancia en momentos difíciles traen a la memoria aquel viejo jardín en el que todo era alegría. Como nada se queda estático el hombre avanza en su ruta, el verano llega surtiendo de madreselvas y siembras su corazón. Pasa el tiempo de los vuelos del amor y de la siembra, las llamaradas enmudecen, la calma infinita abre paso a la luz del otoño que llega con sus brisas a mover las espigas, a recoger los racimos. También el otoño se va dejando abierta la puerta al ocaso que llega con los rigores del frío y su carga de adioses. Ocaso es tiempo en el que se aquietan los ardores, el paso se hace lento y se pierde la fuerza quedando sobre el blanco panorama la gloria inmutable de la luz que se apaga inevitablemente, a la hora y minuto preciso. Ni el tiempo ni la vida detienen su marcha, hoy es un día lleno de esperanzas y regocijos, mañana un puñado de cenizas y de olvido. Así es, aunque el hombre no cesa en su empeño de querer vencer el tiempo desafiando sus infinitas intemperies.
La vida es inestable como lo son la riqueza y el poder. En este mundo todo tiene su vencimiento, su precio y arqueo de cuentas. Unos acumulan encanto para la vejez,otros desequilibrios. A los primeros el sueño les es placentero, los segundos no descansan tranquilos cuidando sus riquezas o su poder. La manera de vivir pasa factura a su salud física y mental, cuya obsesión los enferma y ayuda a cavar sus propias sepulturas.

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Pocos sienten el momento en el que empieza la hora de su crepúsculo, el atardecer de su vida, otros quisieran detener el tiempo y no pueden. Quisiera oh tiempo que pasas raudo, atarme al cuello un collar de girasoles, meterme al templo de las hadas, empinarme, tocar la tarde con mis manos y escuchar en la paz del camino el concierto de ruiseñores y turpiales, mientras que en mi hoja de papel dejo que se desahogue a través de mi pluma,el alarido que se pierde en mi garganta.

Las cirugías no detienen la llegada de la vejez. Hay un momento de bulla y uno de silencio, uno de compañía otro de soledad, uno de niñez y otro de vejez. Pega la soledad de los años a los que no han sabido vivir. Hasta el viento se marcha de sus cuartos vacíos de esperanza, en sus rostros ausentes ya no hay sonrisas, tampoco prisa ni sus manos se cansan de exhibir sus extensísimas tormentas…
El oficio de reír nos toca a nosotros para darnos vida, humanizarnos hacia nosotros y hacia el mundo, mantener levantada la espiga de la esperanza, vivir orgullosos de las luchas que a golpe de amor y constancia ganamos, todavía hay tiempo en nuestra estrella para vivir,soñar y siempre soñar, antes de que llegue la muerte, haga caer la última hoja del calendario, caiga la hoja y caigamos nosotros con ella. Es por eso que debemos soñar, que soñando jamás lloraremos…

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