Por la puerta del sol – Letras de amor

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A los señores de la librería El Clip Alejandro y Betsaide, a los jueces del concurso Letras de amor, al público y amigos que nos acompañaron, igualmente por su valioso aporte poético a los jóvenes Jorge Luis Pérez quien ocupó el segundo lugar, a José Julián Colmenares el tercer lugar y a quienes estuvieron en la lista de las nueve cartas seleccionada por el jurado: Nelson Barrios, Willeddie, Rodolfo Martínez, Tephanie Gil, Ana Martínez y Eliza Beth.

Los participantes desplegaron sus alas demostrando con sus aportes literarios hasta donde pueden llevar los sueños cuando se quieren hacer realidad. No importa el tamaño de las alas, tampoco el material de que están hechas, igual nos llevan a donde queramos volar. Mientras más alto volemos más grande es el gozo y más se fortalece el espíritu, más grande se ve el horizonte, más cerca la cima. Si no logramos llegar a la cumbre del Nobel de Literatura, satisfechos llegaremos a la de nuestras aspiraciones.Cuando uno cree en lo que hace y lo hace con amor, todo conspira para que salga bien.
La invitación hecha por El Clip cuya condición para concursar era hacer una carta de amor, dio lugar a que los participantes demostraran la sencillez de su verso de amor, la tinta ardiente de sus sueños y dieran rienda suelta a su galopar sobre renglones que no se torcieron ni se rompieron por la falta de orden o consonancia poética; ocasión que permitió a cada uno hacer su carta en verso sin rendir culto al soneto ni a la rima. Sus versos suaves, cándidos, con el acento desigual dejaron ver esa originalidad y dinámica personal en que todas las palabras se suceden en la construcción de un camino recóndito, diferente, único, propio. La libertad de su estilo los llevó a pulsar sus propias flautas y a que corriera la imaginación desplegándose a sus anchas,quedando alucinados y orgullosos al final de sus propias creaciones.

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A esta humilde pluma que nunca había participado en concurso alguno le fue otorgado el honroso lugar del primer puesto con la carta que hoy comparto con los lectores de EL IMPULSO. La carta va dirigida a mí misma.

Amanda:
Anoche no encendieron sus luces los cocuyos, estuvo llena de negruras, me pegaron los recuerdos y el temor de no saber si florecerán un día mis cultivos.
Hoy amaneció el alba entibiando corazón, memoria y tendones. Vibraron mis musas, burbujearon los adioses, los no me olvides y los hasta siempre… Aunque ya no espero nada en mis esperas, sigo de pie viendo un sinfín de sueños desde la proa de mi barco.
Amo la vida como amo a mi familia y a mis liras. La vida aunque duela es canto de ruiseñores, sinfonía de crepúsculos, lumbre que fulgura, bendición, música y deseos.
Dejé mi tierra con la esperanza de volver un día. Hoy sé que el tiempo de volver pasó, más eso no significa que he dejado de soñar en esos paisajes azules que aunque algunos se han ido perdiendo en lontananza, no así el ritmo recio de la estirpe de mi sangre que arde y canta con alegría el himno de la vida.
En esta patria de Bolívar di luz a mis hijos, surgieron mis inspiraciones. Luego esta es mi casa, este mi mundo, esta mi gente, esta mi vida y esta será mi sepultura.
Los años no me amilanan, las rosas de mi fe siguen siendo fragantes, soy dueña de mi libertad, de mis banderas desplegadas, de mi pensamiento, de mis protestas, de mis sueños, de mis ríos, de mi barca y de mis liras, suficiente para vivir feliz y agradecida.
Amanda.

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