“Podían detenerlo pero no era para que lo mataran”

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A las 10:30 de la noche de la noche del miércoles, el mayor de los tres hijos de Deine Briceño, le dijo a su madre que ya venía. Ella le insistió que no saliera, pues sobre él reposaba una medida de arresto domiciliario, pero el adolescente de 16 años hizo caso omiso y se fue en una moto con un amigo. A los cinco minutos el sonido de las balas retumbaron en la calle 48 con avenida Ribereña, anunciándole a la madre del jovencito que algo malo le había sucedido.

Su ex pareja la buscó

Una moto llegó a las calles 46 y 47 con Ribereña, al sector La Veguita, al oeste de la ciudad, en ella venía la ex pareja de la señora Deine Briceño. Le dijo que a su hijo lo habían herido unos policías.

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Cuando la dama se acercó al lugar ya su hijo estaba herido, lo tomó entre sus brazos, pero tenía su boca blanca, y estaba lleno de sangre. Lo trasladaron al Seguro Social Juan Daza Pereira, conocido como el Seguro de la 50, pero ingresó sin signos vitales. Jaiker es el nombre del amigo que lo acompañaba, ambos andaban en una motocicleta, que era manejada por el joven fallecido. Según relató la madre de la víctima fatal, al acompañante lo golpearon los Policías Nacionales y se lo llevaron detenido con la moto. Ellos se fueron hasta la sede policial y en horas de la madrugada lo soltaron y allí le contó todo lo sucedido.

No fue enfrentamiento

Jaiker, el testigo principal y acompañante del fallecido, le dijo a la madre de la víctima que salieron en la moto y de forma repentina motorizados los apuntaron y le dijeron que se detuvieran, pero como la zona estaba oscura, no había luz, el mismo adolescente le dijo que no lo haría porque los matarían y aceleró. En eso fue alcanzado por uno de los motorizados quien, con una patada, los derribó.

Presuntamente el adolescente rogaba por su vida, cuando una mujer policía le disparó en la rodilla. El jovencito herido corrió y trepó una pared para escapar. Detrás lo hizo un funcionario y otros disparaban.

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Las personas que por allí se encontraban a esa hora corrían para resguardar su vida.

La señora Elizabeth García narra que ella estaba dentro de su casa junto a sus dos hijas, y sus nietos de 5 meses y 5 años. Cuando  escucharon las detonaciones todas se lanzaron al piso, pero el niño más grande salió a buscar un perrito. Su madre corrió y un policía la apuntó y hasta disparó. Ella lo enfrentó e indican que se portaron muy groseros.

Tres casas pudo recorrer por el techo el adolescente, hasta que recibió un disparo en el intercostal de lado izquierdo que lo hizo caer y fue la herida que acabó con su vida.

“Está bien que lo detuvieran pero no era para que me lo mataran”, exclamaba la madre del adolescente abatido.

El testigo principal, su madre y los vecinos de la zona aseguran que no fue un enfrentamiento lo que se registró la noche del miércoles con los funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana, quienes en total eran ocho uniformados en cuatro motocicletas, entre ellos una mujer quien se encargó de amedrentar a todos los presentes.

No es la primera vez

Tanto la señora García como la madre del adolescente aseguran que no es la primera vez que la Policía Nacional hace de las suyas en la comunidad. Aseguran que los jóvenes y niños, al verlos venir corren porque saben que ellos vienen por dinero y en caso de no tenerlo, son supuestamente sembrados por los uniformados.

Deine Briceño, madre del muchacho fallecido, fue más allá y culpa a una integrante del Consejo Comunal. La señala de amparar a los funcionarios, además le da  información errada de quienes viven por allí, porque asegura que no quiere la comunidad, e incluso la acusa de apoderarse de los materiales de construcción que le aporta el Gobierno Nacional y posteriormente venderlos a una ferretería y todo con apoyo de esos uniformados.

Esperan que se tomen acciones y saquen a los uniformados de esa zona, “porque en lugar de ir tras los delincuentes, lo que hacen es dañar a los jóvenes residentes de la comunidad”.

Fue víctima de extorsión

La madre del fallecido indica que su muchacho no era malo, estaba estudiando tercer año de bachillerato en el liceo Ezequiel Bujanda. Sobre él reposaba una medida de arresto domiciliario, pero tenía permiso para estudiar.

Según contó, hace seis meses estaban buscando a unos jóvenes por una extorsión y él, por estar en el momento equivocado, fue detenido por personal de la Guardia Nacional. Fueron seis personas, entre ellas dos adolescentes, a quienes se llevaron los castrenses. En ese momento les solicitaron 100 mil bolívares para soltarlos a todos. Ellos empeñaron algunas cosas y lograron reunir 75 mil bolívares. A la 1:30 de la madrugada se hizo la entrega y nunca soltaron a los detenidos.

“Después de tener secuestrados a nuestros hijos por cinco días y robarnos los 75 mil bolívares, los dejaron detenidos igual. Fue procesado por extorsión”, destacó.

En esa ocasión hicieron las respectivas denuncias ante el Ministerio Público y no se hizo nada. Esperan que en esta ocasión, el caso de su hijo no quede impune.

Karina Peraza Rodríguez

Fotos: Ángel Zambrano

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