Planteamientos – La responsabilidad política (y II)

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Cuando para 2014 enero asomó sus presagios de paz política, en ausencia de procesos electorales, una dosis de tranquilidad invadió a buen parte de los venezolanos. Pero “la dicha dura poco en la casa del pobre”, reza el refrán popular construido sobre el credo del fatalismo y hoy, esa letanía cobra fuerza entre otros sectores que sufren las consecuencias de las llamadas “guarimbas”, por obra y gracia de una parte de la dirigencia político partidista que la auspició y otra que es incapaz de condenarla abiertamente. El rechazo es cada vez más generalizado, dada la violencia que genera y los efectos negativos sobre las actividades cotidianas. Hay guarimbas “espontáneas” y otras organizadas políticamente.
La complicidad y la solidaridad automática es expresión de irresponsabilidad política. Cuando un partido, por intermedio de sus dirigentes, proclamó y sigue proclamando el llamado a la violencia, en el seno de la oposición el resto condenó tal actitud pero terminó dándole apoyo incondicional. En el sector gubernamental tampoco escampa. La convivencia pacífica parece tener por lema: “A Dios rogando y con el mazo dando”.
Febrero 12 y los días subsiguientes muestran una violencia política indeseable. Las páginas de sucesos, con esa contabilidad macabra de destrucción de vida y bienes físicos pasan a noticias de primer plano en los espacios estelares de los medios de comunicaciones audiovisuales, regionales, nacionales e internacionales. El cinismo político está presente en quienes muestran su propio balance a la audiencia, tratando de incrementar el “rating”, más allá del segmento de sus seguidores.
Como recreándose en Los Miserables, la clásica obra de Víctor Hugo, ambientada en el París de las barricadas contra la monarquía, los defensores de la guarimba no vacilan en declarar a sus seguidores: “Hay que continuar combatiendo en las trincheras de la libertad hasta que logremos salir de este régimen”. Cuando Víctor Mata, dirigente estudiantil de la Universidad Monteavila, se atrevió a decir a la multitud: “Con las guarimbas no reconstruiremos la democracia”, en lugar de aplausos, recibió el silencio cómplice de la irresponsabilidad política. El mismo que guardan otras instituciones que apoyan la protesta pacífica.
Similar irresponsabilidad política con la cual, por medio de las redes sociales, los defensores de las barricadas pretenden reforzar la estrategia de las mismas con mensajes falsos, fotos fuera de contexto, despreciando y desprestigiando la crítica, alimentando una guarimba digital que al promover la anarquía, altera la salud mental de muchos compatriotas, ya de por sí deteriorada. Después de un mes de protestas, el balance tanto para el gobierno como para la oposición muestra un saldo en rojo, es decir, un serio déficit en responsabilidad política.

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