En artículo anterior, como suele ocurrir al momento de tratar de ordenar las ideas para la entrega siguiente, dejamos planteada la referencia al análisis contrafáctico, como una vía que pudiera incluirse en el constructivismo, en tanto modalidad didáctica para acceder a la comprensión de lo que hoy nadie pone en duda: la falta de certidumbre o de certezas como rasgo de una época y, por lo tanto, la insuficiencia de la “caja de herramientas tradicional” para encarar la gerencia de una organización.
Para decirlo de otra manera: lo que está en juego es la sustentabilidad en el tiempo. Algo nada nuevo, por cierto; pero que hoy, en momentos de crisis, cobra inusitada vigencia en el debate mundial, con el agregado de la ignorancia o el desconocimiento existente al respecto, acerca de algo que se viene fraguando desde la década de los setenta del siglo pasado.
Cuando hablamos de una “gerencia sustentable” con pretensiones filosóficas o de la sustentabilidad como epicentro del nuevo paradigma representado por el Desarrollo Humano sustentable y local, por supuesto, que lo relacionamos con la idea primigenia que marca una especie de “parteaguas”, un antes y un después, o si se quiere – en términos académicos- una ruptura epistemológica con la vieja noción de crecimiento que el ideal del progreso, asociada al potencial creciente de los avances tecnológicos, impuso como desiderátum: el dominio de la naturaleza, con toda la destrucción, despojo, depredación y explotación implícita en tal concepción teleológica.
La idea de la sostenibilidad remite desde sus orígenes a la preservación del planeta como hábitat natural o “ecosistema” en la nueva terminología, en función del equilibrio dinámico necesario en su evolución o desarrollo, pero sin hipotecar el futuro de las siguientes generaciones.
La apuesta y compromiso alrededor de tal finalidad, a nuestro modo de ver, pasa por su adecuada asimilación en distintos niveles: países, regiones, localidades, por un lado; y por el otro, por los actores sociales, esto es, el estado y sus instituciones; las empresas; y las organizaciones del tercer sector o sociedad civil (fundaciones y organizaciones no gubernamentales, entre otras).
¿Cuántas organizaciones desarrollan una gerencia basada en el Desarrollo Humano Sustentable y Local? Experiencias las hay de sobra. Bastaría revisar su gestión para determinar cómo se han mantenido en el tiempo. Probablemente, sin saberlo, comulgan y ponen en práctica los postulados básicos de aquel.
La experiencia de la Fundación Musical Simón Bolívar es aleccionadora. Uno de los gerentes de “El Sistema”, Andrés González, en entrevista reciente, lo resume: “La gerencia es la gerencia de la acción. Llegar a todos los rincones, abarcar el territorio venezolano y el mundo. No puede ser solo el de las orquestas y los coros. Tiene que ser un sistema de todo el arte, un sistema para el deporte, un sistema que le robe espacios a la delincuencia, a la droga, a todos los problemas que tiene la juventud venezolana”.
Una cultura que está soportada en un conjunto de creencias nucleadas alrededor del éxito. Que hace posible llegar hasta Pedernales, luego de un viaje de tres horas en lancha bimotor, en Delta Amacuro, para cumplir con sus responsabilidades.
