Planteamientos – ¿Dijo usted, ideologización?

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Por si acaso alguien tuviese dudas en cuanto a la relevancia del tema, tanto en el ámbito internacional como en el nacional aparecen referencias que así lo avalan. Acaba de concluir la visita del Papa Francisco a Brasil, y en su discurso de despedida aludió, entre otros aspectos, al proceso de “ideologización” del mensaje evangélico, planteando la “tentación” a la cual permanentemente ha estado sometida la Iglesia, en eso de “buscar una hermenéutica de interpretación fuera del mensaje del Evangelio”, que es como decir, la desvirtuación de los postulados con base en otros intereses, distintos a los de la Doctrina Social de la Iglesia.
La manera crítica de encarar los problemas que enfrenta dicha institución, hace presagiar vientos de “modernización” en su seno. En tal sentido, no es difícil apostar porque su gestión pontificia alumbre una nueva encíclica, con una orientación necesaria y adaptada al cambio epocal que vivimos. ¿Renovación ideológica? Es posible, sobre todo tratándose de su razón de ser.
El tema de la ideologización, puesto a debate, muestra un grado de complejidad mayúsculo porque las posturas que se asumen, de suyo, están impregnadas de ideología. Confronte usted, por ejemplo, las definiciones de C. Marx y F. Engels con las de Karl Mannheim y saque su propias conclusiones al momento de justificar lo injustificable. Así ocurre con el totalitarismo y la democracia. Las fronteras entre ambos sistemas se han diluido de tal modo, que hoy presenciamos – patéticamente – rasgos pronunciados de cada uno en el otro. El oxímoron lo resuelve todo: totalitarismo democrático y democracia totalitaria.
A raíz de la implosión del sistema socialista soviético representado por la URSS, en 1989, una especie de onda necrofílica expansiva subrayó las bondades del sistema capitalista, exaltó el “fin de las ideologías” y la emergencia y consolidación del pensamiento único. La propia historia se encargaría de cuestionar tal planteamiento.  Hoy, cualquier mortal le diría a Francis Fukuyama, abanderado de dicha tesis, y a sus encarnizados seguidores: “El muerto que vos matasteis, goza de buena salud”.
No resulta nada fácil proclamar abiertamente la ideología que se profesa. En el plano sindical, la Confederación del Trabajo, fundada en 1910, en Barcelona, España, en el 2008, proclamaba: ¡Estamos ideologizados! “porque tenemos una ideología, la anarquista; si estamos politizados, es en el sentido de que luchamos por unas ideas de transformación social, una alternativa a la sociedad capitalista actual, por el comunismo libertario. Los que tanto nos critican no sólo han perdido la vergüenza sino la ideología”.
En el plano de la política exterior latinoamericana, años atrás, en ocasión de asumir la presidencia de Chile, Sebastián Piñera, el ex canciller de Bolivia, Armando Loayza, hacía un llamado público al presidente Evo Morales, a “evitar la ideologización de las relaciones bilaterales con Chile”, abogando por un clima de pragmatismo, de impulso y de compactación en las negociaciones, sin fijaciones ideológicas.  ¿Puede alguien concebir la “neutralidad” ideológica”? En esta y otras materias, la práctica política y social revela, incluso, como las instituciones definen una política de ideologización de acuerdo con sus intereses.
“Que el gobierno no ideologice” es una consigna, un lema, una exigencia en boga, en medio de la conflictividad política y social del país, sobre todo con repercusión en el sector educativo; pero hay demasiados testimonios en la historia colonial primero y, republicana después, hasta nuestros días, demostrativos de ese proceso. Basta leer, el ensayo de Rafael Fernández Heres, titulado: “Ideologización, libertad de enseñanza y autonomía universitaria”, publicado en el 2007, aun cuando usted no comparta algunos de los criterios allí vertidos.
La familia, la escuela, la universidad, la empresa, los medios de información y comunicación, la iglesia, los partidos políticos, las organizaciones no gubernamentales, el ejército. ¿Cuál es la institución venezolana que en medio de la polarización que sacude al país, puede hacerse pasar como exenta de ideología?

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