Pido la palabra – La señora de la panadería…

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Los humanos estamos cargados de virtudes y defectos. Nuestro componente animal, generalmente se controla a través de la razón, cualidad que nos diferencia sustancialmente de los primates, como especie con la cual guardamos mayor similitud desde el punto de vista morfológico. De hecho las teorías científicas coinciden en señalar al hombre actual como producto de la evolución del mono. Sin embargo, existen personas cuya conducta habitual deja salir los rasgos animales de nuestra esencia para tomar el control de su personalidad. Las sociedades en crisis, alienadas por paradigmas revanchistas y profundas heridas sociales, agudizadas por la ignorancia extrema, transforman a sus habitantes en seres absolutamente primitivos. Instintivos y humillantes de la condición humana, donde impera, en todos los ámbitos de la vida cotidiana, el abuso y la búsqueda del dominio territorial. La moral desaparece. Solo importa la obtención del metal como instrumento de poder, por cualquier vía…

7.00 pm. Mi hijo menor y yo nos sentamos a conversar en una panadería. Harold se comió un pastel con un jugo. Yo me tomé un café. Mi esposa llama por teléfono y nos pide que le llevemos pan, jamón y queso. Le pido el pan al señor que atiende las mesas y le digo al niño que vaya a la charcutería contigua a comprar el jamón y el queso. Me dirijo a la caja a cancelar la cuenta. Mientras hago la cola para pagar, llega mi hijo con la compra. Conversamos con algunos conocidos durante la espera y muerdo uno de los panes recién salidos del horno. Cancelé con mi tarjeta de débito y nos fuimos a casa.

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Al llegar, nos percatamos que habíamos olvidado el pan. Regresamos inmediatamente. Mi hijo se bajó a buscarlo. Al minuto llegó privado de la risa, con una bolsita pequeña en la mano: “Papá, la señora de la panadería me dio sesenta bolívares y esta bolsita con el pan que tu mordiste. Me dijo que sea la última vez que dejamos el pan olvidado en su panadería…jajaja”. ¿Cómo es la cosa? le pregunté confundido. “Sí, papá. Vendió el pan a otro cliente porque se le había acabado y te guardó el que tu mordiste por si acaso regresábamos a buscarlo… jajaja”.

Obviamente, me bajé del carro y me dirigí a la caja a preguntar por mi pan. Uno de los empleados me dijo: “La señora lo vendió”. ¿En qué clase de energúmenos nos hemos convertido en este país?, respondí muy molesto. No se puede ser tan abusador y tan “lambusio”, les dije mientras nos íbamos del local. Obviamente, me quería robar los 100 bolívares vendiendo el mismo pan dos veces. Pero como regresé, sólo me robó 40…

Mis comentarios:

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.- Comenzamos a ver cosas realmente desconcertantes en esta crisis de valores que estamos viviendo…
.- ¿Qué clase de país puede existir con comerciantes de esta calaña?…
.- Esta “señora” maltrata al personal y a la clientela. Su conducta déspota le merece el desprecio de todos. Ese día me toco a mí.
.- No se puede ser tan miserable en la vida y pasar inadvertido…
.- Se tergiversa la estructura de valores de un país, cuando permitimos abusos de este tipo y guardamos un silencio cómplice frente a ellos.
.- En lo personal, estoy seguro que los 40 bolívares que se apropió ilegalmente, no le resolverán el problema de conciencia pútrida que debe atormentar su sueño…
Vale más el buen nombre que grandes riquezas, y más que la plata y el oro, la buena estima…(Proverbios 22:1)

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