Los templos religiosos, en este caso, las iglesias católicas, son recintos donde los fieles acuden en busca de la palabra divina, dentro de la que Dios ha llamado como su casa.
Sin embargo, la casa del Señor está llena de carencias que, aunque no merman la fe, sí provocan un problema estructural para la edificación y un daño al patrimonio religioso y cultural de la ciudad.
Este daño, evidenciado en diferentes partes de las edificaciones, además se expresa en la desidia de áreas verdes que bordean los centros religiosos. Ejemplo de lo descrito sucede en la iglesia La Concepción, de la calle 26 entre carreras 15 y 16, en el centro de Barquisimeto. Allí, las áreas verdes del templo presentan maleza que altera la vistosidad de la edificación; además, ciudadanos arrojan desechos plásticos, bolsas de alimentos, y otros objetos desechables al interior del templo, delimitado con la acera por la cerca perimetral. De igual forma, paredes y cobertizos tienen claros rastros de descuido y daños producidos por el poco mantenimiento y la falta de refracción.
El friso con el que es adornada la fachada de la iglesia esta caído, y partes de sus columnas se encuentran sin pintura, caída por la acción del sol y la lluvia.
Pero, según lo conversado con personas ligadas a la parroquia, el problema que más adolece el templo religioso es el retraso que existe en la reparación del techo, cuya falta de material ha mantenido los trabajos paralizados por más de tres meses. Según las personas ligadas a la iglesia, no existe madera disponible que permita la construcción de las vigas y tabloncillos que forman parte del edificio.
Situación que ha imposibilitado la continuidad de los trabajos que se desarrollan en la estructura religiosa, «pese a que la Gobernación del estado (ente que se comprometió con la refracción) ha dado el recurso necesario para finalizar los trabajos». Asimismo, los consultados indicaron que, para dichas reparaciones ha sido necesario la compra de sacos de cementos a los consejos comunales de diferentes partes de la ciudad, «y todos ellos venden el saco a 300 bolívares, que consiguen a 23».
Las malas condiciones no impiden que las puertas de las iglesias se mantengan abiertas, es por ello que, en el Santuario de La Paz, ubicada en la carrera 17 con calle 27, se pudo constatar otros males por dentro de dicho templo.
Allí, los problemas parecían ser más graves; el techo de la edificación, así como las paredes, mostraban signos de filtración y humedecimiento, lo que compromete la estructura.
Sin embargo, y pese a los esfuerzos de conversar con quienes están a cargo del templo, fue imposible obtener la versión que ofreciera más detalles.
