Paraguay: forma y fondo

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La destitución vertiginosa de Fernando Lugo de la presidencia de Paraguay

por «mal desempeño de sus funciones», resaltó la polémica – y también las

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hipocresías – sobre los principios de no injerencia, soberanía y

autodeterminación, que varios gobiernos y organizaciones de la región

traslucen de acuerdo a su tinte ideológico.

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La forma en que el Congreso paraguayo destituyó a Lugo fue para algunos un

flagrante golpe de Estado; para otros, se trató en esencia, de un legítimo

juicio político, apegado a Derecho y normas constitucionales. La falta de

violencia y coerción en el proceso, la ausencia de una fuerza armada activa

y que el Presidente aceptara la decisión tranquilamente en su despacho, sin

que se le expulse en helicóptero o pijama, reflejan un panorama muy

diferente al que terminó con Manuel Zelaya en 2010 y en forma momentánea con

Hugo Chávez en 2002.

 

Lo que caldeó más el ambiente fue la injerencia de Chávez en el conflicto, a

quien se le atribuyen los cambios bruscos de conducta del ex Obispo católico

y ahora ex presidente Lugo. En un santiamén, saltó de «me someto a la

decisión del Congreso», a denunciar un «quiebre democrático mediante un

golpe parlamentario»; y desde organizar un gabinete paralelo y un frente

para la resistencia, hasta anunciar que será candidato para las elecciones

de abril próximo.

 

No solo la rareza y rapidez del proceso de destitución fueron notables, sino

también el alto porcentaje de diputados y senadores que estuvieron en su

contra. Por eso huele a excusa que se haya basado en un episodio de

ocupación de tierras donde murieron 11 campesinos y seis policías; porque

casos así en otros países, acaban con ministros y responsables, pero jamás

con presidentes. Lo que sucedió es que a Lugo, así como a Zelaya en

Honduras, le pasaron factura por haber comprometido lealtades al ALBA, en

detrimento de los partidos políticos que lo llevaron al poder.

 

De ahí que Chávez fuera el primero en acusar recibo, anunciando  de

inmediato un embargo petrolero contra Paraguay Es que el presidente sabe

bien que los senadores paraguayos, representan su último escollo –  tras la

aprobación de argentinos, brasileños y uruguayos – para que Venezuela entre

como socio pleno al Mercosur.

 

Si bien la destitución puede calificarse de inapropiada y apresurada,

Paraguay demostró tener instituciones públicas más independientes y

equilibradas que muchos otros países. También evidenció hipocresías

ideológicas, ya que los más resentidos, como Raúl Castro, Daniel Ortega, Evo

Morales, Rafael Correa y Chávez, quienes siempre reclaman contra la

injerencia y la autodeterminación, fueron los que más se entrometieron en

este conflicto. El nuevo gobierno de Federico Franco denunció que el

canciller venezolano, Nicolás Maduro, arengó a los militares paraguayos para

que defendieran a Lugo.

 

La hipocresía es que muchos de estos gobernantes son los responsables de

consistentes «golpecitos» constitucionales. En sus países se han denunciado

procesos electorales viciados, sometimiento de jueces, hostigamiento contra

periodistas y medios, y servilismo de legisladores que delegan en el Poder

Ejecutivo su función de legislar. El caso más grave fue el autogolpe

parlamentario de 2010 en Venezuela, cuando la Asamblea Legislativa, semanas

antes de que asumieran los legisladores de la oposición, le otorgó a Chávez

un poder por 18 meses para que haga leyes a su antojo.

 

Si fue un golpe o un proceso constitucional, lo de Paraguay pasará a la

historia según la óptica del observador; dudas que hasta calaron en el área

de los derechos humanos. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos

(CIDH) de la OEA calificó de inaceptable «lo expedito del juicio político»,

a diferencia de la Fundación para los Derechos Humanos, una ONG

independiente, que argumentó que el proceso cumplió con la Carta Democrática

Interamericana. Es probable que la CIDH apresurara su diagnóstico, tratando

de neutralizar las críticas y amenazas de disolución en su contra que

lideran los presidentes de Venezuela y Ecuador.

 

Lo importante será que pese a las medidas disciplinarias que adopten las

entidades continentales – OEA, Mercosur, Unasur – los nuevos dirigentes

paraguayos demuestren que el juicio político no afectará de ninguna forma el

orden y compromiso democrático.  <mailto:[email protected]>

[email protected]

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