El clima político se ha enrarecido. El Tribunal Supremo de Justicia le ha dado la espalda a la democracia venezolana. Sacando argumentos de la nada ha dicho que el resultado electoral anunciado por el CNE queda inalterable.
El sistema electoral más seguro del mundo mostró su lado flaco. Sus diseñadores jamás consideraron el caso de un resultado tan cerrado. Apenas el 1,59% de diferencia entre los dos contendientes presidenciales habría recomendado la revisión de la data, si de sensatez y buen juicio estuviéramos hablando.
Ya ha sobrepasado el centenar la cifra de manifestantes opositores detenidos en las guarniciones de la GNB y en los calabozos de la Policía Nacional Bolivariana. Varios oficiales del Comando Aéreo de La Carlota están presos. Diosdado Cabello mostró su lado represivo al negar el derecho de palabra a los diputados opositores; y Nicolás Maduro, asistido por la Fiscalía, ha ordenado la captura de los dirigentes de Primero Justicia. Todo esto, amigos, es lo que se conoce como “cacería de brujas”.
Expertos criminalistas afirman que la mayoría de los homicidios ocurridos en el país están relacionados con el narcotráfico. Varios de los integrantes del Alto Mando militar han sido señalados por las autoridades policiales de países extranjeros de estar involucrados en el tráfico de estupefacientes y sustancias ilícitas. Al enlazar estos hechos, vemos que los traficantes de drogas han tejido sus redes de poder con integrantes del Ejecutivo venezolano.
La simpatía de la que goza Fidel y Raúl Castro entre los dirigentes del PSUV ya es más que evidente; varias veces Maduro entonó el himno nacional de Cuba durante la campaña.
Con este gobierno, cualquiera se la juega, si anda diciendo lo que piensa. Este escrito, tal vez nunca vea la luz pública; espero que sí lo haga. Negarle a alguien el derecho de expresión es como vivir en un país de mudos, un país donde todos tenemos una mano de hierro puesta en la boca, que asfixia cualquier intento de decir lo que sentimos y pensamos.
Al tratar de relacionar todo lo anterior, se podría asegurar que en Venezuela se ha instaurado una narcodictadura comunista. ¿Verdad o mentira? Dejemos que los hechos hablen por sí mismos, de ahora en adelante.
