#opinion: Por la puerta del sol -Tiránico tic tac de la vida por: Amanda N. de Victoria

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“Hoy la vida es el vendaval de la ventana, mañana es el de las cenizas” (Marco Antonio Faillace)
El reloj es el inevitable vigilante de la actividad humana: nos manda a la cama, nos recuerda, nos limita, nos empuja, nos reclama y nos levanta; nos marca la hora de nacer y también la de morir.
La tinaja del tiempo mantiene el agua cuya gota va horadando lentamente el canto de la vida; es el arquitecto que destruye y construye a la vez, prepara el fruto y lo extrae, provoca la fecundidad y también la esterilidad; consagra lo estable y lo fecundo, cercena lo transitorio y lo fugaz.  El hombre pasa como las nubes, como las naves, como las sombras. Todo es limitado; detrás muy cerquita de sus pasos, sin prisa va  la Parca silenciosa e invisible pesando sus acciones,  contando sus años, sus horas, sus minutos  y segundos, sonriendo, siempre sonriendo con su boca ajada y macilenta…
El hoy es ayer, las horas vuelan y también los años, el tiempo es humo, obligada ley de cambio, es indetenible. Vida, poder, razón, gloria, belleza, odio, juventud, riqueza, amor, incluso todo lo fantástico y novedoso tienen su tiempo de duración; nada de esto justifica que claudiquemos dejando a un lado lo realmente valioso de la vida. Lo anterior  ha llevado el ser humano a perder las riendas, su calidad humana, el dominio de su vida, la tranquilidad de su espíritu,  lo ha llevado al egoísmo, a perder las alegrías del corazón, la paz, la salud y su esencia. Es normal que todo nazca y perezca, llegue y se vaya, empiece y termine.
Se puede ser eficaz sin la presión del reloj.  Slow Food (tomado con calma) fue creado por Suecia, país que decidió desacelerar el paso. Es uno de los países del mundo que cuenta con los más altos niveles de calidad de vida de su gente en todos los aspectos: en el económico, el laboral, educativo, cultural  y de salud. Tienen la convicción de que solo en un ambiente armónico, respetuosos y equilibrado  se puede dar todo lo mejor de sí. –Es preferible que falte la fuerza nunca la voluntad-
A despecho de la tiranía del tiempo, de los apegos y de las ataduras, a despecho de la misma vejez, de las enfermedades y necesidades, las actividades humanas deben apaciguarse, se puede ser eficaz sin la tensión del cronómetro, nada debe impedirnos gozar del bien que el cielo nos legó, nada nos obliga a vivir intranquilos, insomnes ni a vivir en una eterna carrera, tampoco a que nos perturben las violencias y odios políticos, ni aceptar  que nos afecte cualquier clase de vendavales humanos o circunstanciales; nada nos obliga a dejar de ser nosotros ni a dejar de vivir libres, tranquilos y contentos.
Pequeño repaso: El  primer reloj hecho por el hombre fue el de sol. Después de allí se las ingenió para calcular el tiempo creando el de arena, el de agua, de fuego, de seda, el de la vela  etc., utilizados más que todo en la época antigua como despertadores. Aunque el preferido por los madrugadores de ayer y de hoy en el campo sigue siendo el quiquiriquí canto del gallo. La naturaleza tiene sus propios relojes que funcionan a la perfección. A medida que el mundo fue progresando, el tiempo fue adquiriendo importante significado y la necesidad de medirlo con más exactitud se fue acentuando.
Durante la Edad Media se inventó el reloj mecánico construido por un alemán (siglo XIII). En el siglo XV  Galileo dio a conocer la teoría del péndulo cuyas fallas rectificó y mejoró Graham. Luego salieron a la luz los relojes portátiles, eléctricos, de cuarzo, atómicos etc. El Big Ben de Londres sigue siendo el reloj más grande del mundo.
“La vida entera va uno asomándose a todo desde que nace hasta que muere…Llegamos hasta las puertas del tiempo a ajustar relojes y ajustar manecillas, a cantar ópera primas del corazón, a recoger odios y alzar la vista al cosmos que mide con el iris de la eternidad y con la pupila lúcida de las estrellas”(Marcantonio Faillace)
Renunciar por un momento a lo que nos esclaviza, nos libera y remonta a alturas inimaginables de alegría y tranquilidad. La independencia, ser uno mismo, dejar de temer  y desapegarnos nos rescatará de tanta prisa, de la tiranía del reloj y del tiempo.
“Cuando el hombre encuentra su lugar de tranquilidad en el corazón, en ese momento, hasta las estrellas toman su preciso lugar en el cielo” (Hong Yingming)

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