#opinion: Las dos caras de la injerencia por: Julio Portillo

Si algún país no posee  autoridad moral para acusar a ningún Estado de ingerencia en sus asuntos es Venezuela, por causa del régimen militarista que la gobierna. Las reiteradas declaraciones  de la Cancillería venezolana revelan, el desconocimiento del ordenamiento jurídico internacional por parte de los funcionarios de ese Ministerio, cuyos titulares, en los últimos años, no son hombres del oficio.
Una especie de fantasma persigue a los gobiernos de izquierda latinoamericanos que han llegado al poder, desde la Doctrina de Monroe hasta nuestros días. Cualquier preocupación emitida por los Estados Unidos es calificada inmediatamente de ingerencia. Por enésima vez el gobierno chavista de Venezuela acusa los Estados Unidos de “injerencia”, al manifestar los norteños que si el Presidente Chávez no puede seguir dirigiendo los destinos del país, por causa de la enfermedad que padece, se inicie entonces la transición.
En esa declaración no existen las dos condiciones necesarias para la ingerencia, que son un acto abusivo y una imposición voluntaria extraña. Conocemos que históricamente las potencias han intervenido en los asuntos internos y externos de otros Estados. Siempre hemos calificado en el pasado de inaceptables las intervenciones de los Estados Unidos en los países centroamericanos,  el Caribe, en la guerra del Chaco,  Panamá y en la propia Venezuela al imponer a comienzos del siglo XX el gobierno de Juan Vicente Gómez.
Tan condenable es la intervención norteamericana en Santo Domingo en 1965, como la invasión soviética a Checoslovaquia en 1968. Pero las intervenciones han evolucionado en el sistema internacional y en algunos casos se han hecho sofisticadas. De la intervención armada a la humanitaria, mucha agua ha corrido debajo del puente. Y esa es una cara de la cuestión.
Los Estados Unidos en la situación de Venezuela, conociendo que el gobierno es de facto, porque la Constitución ha sido interpretada por el propio régimen, no han aplicado ni la Doctrina Stimson, ni han intervenido
financieramente, a pesar de  que el chavismo atribuye la devaluación del bolívar a una “guerra contra la moneda venezolana”. Cuando conocemos que la caída económica de nuestro país se debe al endeudamiento adquirido por el régimen y a la situación de Estado vasallo de soberanía limitada en la cual nos ha colocado la ideología indeseable que se nos ha impuesto, hiriendo los sentimientos nacionales, al entregar las decisiones gubernamentales al régimen de los hermanos Castro de Cuba.
Vivimos días en que se ha sustituido la intervención militar, por una ingerencia que va desde la ocupación pacifica del territorio de un país hasta la actuación descarada de agentes diplomáticos en la problemática interna de otro Estado.  Y esta es la otra cara de este tema, donde el régimen chavista a nombre de Venezuela,  ha cometido pecados mortales que al no arrepentirse de ellos lo condenan.
Desde la intervención en los asuntos internos de Honduras, pasando por las expresiones agresivas del Presidente Chávez en algunos momentos, contra los Jefes de Estado y de Gobierno de Colombia, Estados Unidos, México, República Dominicana, Chile, Perú, Alemania, España, Reino Unido de la Gran Bretaña, Panamá e Israel, hasta el financiamiento de las últimas elecciones presidenciales argentinas, la ruptura por la sustitución del Presidente Lugo en Paraguay y últimamente la ingerencia en la  justicia brasileña, se conforma un cuadro de una diplomacia inescrupulosa e ingerente.
El gobierno venezolano se debiera dotar de una balanza que le permita medir las ingerencias que denuncia y las ingerencias que hace en los asuntos internos de otros Estados. Se engaña y engaña al pretender aparecer como virtuoso, porque como dice Saavedra Fajardo “ni gana con elegancia, ni pierde con dignidad”.