#Opinión: Ateísmo civil. Autor: Diego Lombardi

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Mientras en el país se empiezan a asomar los primeros síntomas de reacomodos políticos, rupturas de viejas alianzas y conformación de otras nuevas, la sociedad civil observa desconcentrada, refugiándose en las fiestas navideñas y de fin de año. La expectativa de una solución mágica siempre está presente, basta sentarse a esperar que todo pase y ponerse en manos de la providencia, y con un poco de paciencia y algo de inocencia se tiene la certeza que mejores tiempos vendrán.
La realidad es que las sociedades, como los individuos, tienen que actuar con la certeza que son ellos quienes construyen su porvenir en la medida que toman decisiones y son consecuentes con ellas. Para ello asumir la conciencia de la responsabilidad propia es fundamental. En este sentido, en un trabajo del filosofo Max Sheler, citando a Hartmann escribe “En un mundo creado por una divinidad según un plan, o en el que una divinidad, aparte del hombre, disponga en un sentido o en otro sobre el porvenir, queda el hombre anulado como ser moral, como persona de la naturaleza o teleología del hombre».
Contraria a la visión anterior, el propio Sheler escribe sobre lo que él llama “ateísmo postulativo de la responsabilidad”, el cual significa en términos concretos que “no puede, ni debe existir un Dios para servir de escudo a la responsabilidad, a la libertad, a la misión; en suma, al sentido de la existencia humana”. No cabe duda que aquí aparece el hombre como un ser solitario, orientado por sus principios, y con la carga de las consecuencias de sus decisiones sobre sus hombros.
Este postulado de gran interés para la reflexión individual, abre también un espacio para la reflexión del hombre como ser colectivo. Nuestra sociedad sigue mirando fuera de si las causas de sus males, así como las soluciones a estos, dejando en manos de la providencia o una especie de divinidad de lo social la solución a sus problemas. Esto sin duda sustituye la acción por la pasividad y la larga espera, dejando que otros factores sociales actúen por y en nombre de la sociedad en general. Para contrarrestar esto se requiere de un “ateísmo de la responsabilidad civil”, en el que el hombre asuma moralmente su rol dentro del colectivo en el que se desarrolla su vida, y actúe consecuentemente en función de éste.
Diego Lombardi

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