Operadora del 171 le indicó a la directora del María Auxiliadora que no podía ayudarla

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A la 1:15 de la madrugada de ayer se escuchó el ruido de un vidrio. Esto hizo saltar de la cama a sor Yurima Gil, directora del Colegio María Auxiliadora, ubicado en la calle 41 entre carreras 14 y 16, al oeste de la ciudad.

Se asomó por una rendija y observó un grupo de hombres que se llamaban y merodeaban los pasillos, cargaban linternas. Ella, asustada, de inmediato llamó al Servicio de Emergencia 171, informó sobre la situación y la operadora que contestó le indicó que no podrían ir porque eso era zona roja, de allí la llamada se cortó. Sor Yurima veía cómo caminaban de un lado a otro e ingresaban a varios espacios, temía por su vida y la de cinco monjas más que duermen en el mismo espacio donde ella se encuentra.

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Volvió a llamar y en esta ocasión la operadora le dijo que no la podía ayudar. La madre entró en desesperación y llamó a una profesora. Paralelamente se comunicaban con el señor Franklin Montes, un obrero que estaba alojado en un cuarto, ubicado en otra área, quien se había quedado para proteger a las hermanas. Los delincuentes trataban de meterse en la habitación.

Las hermanas le decían a Montes que se quedara tranquilo, que no fuera a salir, y así lo hizo el señor, quien pensaba que lo iban a matar.

Para las hermanas y el obrero fue una eternidad y es que los delincuentes duraron casi tres horas dentro del lugar. Fue a las cuatro de la madrugada que llegó una comisión de Polilara con al menos 12 efectivos y en ese momento se retiraron los delincuentes, quienes aparentemente se desplazaban en una camioneta tipo vans.

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Sor Yurima recuerda que en medio de la madrugada volvió a recibir una llamada de la operadora, quien le pedía disculpas y le indicaba que no sabía la magnitud de la emergencia. De modo posterior siempre estuvo en contacto con ella.

La directora indica que eran  hombres delgados, ella cree que jóvenes y presume que sean los mismos delincuentes que hace ocho días atrás se metieron, porque regresaron por las cosas que no pudieron llevarse en esa oportunidad.

En este segundo atraco ingresaron por una ventana del lado derecho del Colegio, reventaron una ventana que da a la biblioteca de primaria, de allí se llevaron las gavetas completas, estaban bolsas armadas con papelería, un DVD, partes de una computadora. En la biblioteca del área de técnica también causaron destrozos, reventaron las vidrieras, sacaron gorras de la institución y mucha papelería. Volvieron a revisar la oficina de coordinación y tumbaron uno de los parlantes.

Las madres temen que estos sujetos vuelvan porque dejaron cosas que no pudieron llevarse debido a la llegada de la policía. Piden a las autoridades  vigilancia, pues en el lugar tiene tres ancianas enfermas, que pueden sufrir algún ataque con la incursión de estos delincuentes.

“No perjudicaríamos a la institución”

Omaira Álvarez y Anyelibeth Lucena, ocupantes que se encuentran en una edificación detrás del Colegio María Auxiliadora, acudieron a este rotativo para aclarar que el robo cometido dentro del Colegio María Auxiliadora el pasado 5 de septiembre no fue responsabilidad de las 12 familias que desde hace cuatro años ocupan la vivienda.

“No somos personas dañadas. Somos la comunidad Argimiro Gabaldón. También hemos sido víctimas del hampa porque la zona es peligrosa y oscura”, dijo Lucena. “Las monjas dijeron a EL IMPULSO que no escucharon la bulla de los ladrones por el alboroto que supuestamente teníamos, pero no se desarrollaba ninguna fiesta”.

 

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