Ojalá

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Una de las formas más frecuentes, e inútiles, de vanidad es la que culmina en “Yo lo dije”. La genialidad de los pesimistas que anticipa el vaticinio negativo, para después reclamar “Yo lo dije” pero no me hicieron caso. El sagaz negativista lo hace sobre seguro. Si se cumple la predicción negativa, podrán decir que lo dijeron. Si no, todo el mundo estará tan contento que nadie les reclamará el yerro. Y si alguien lo hace, pueden salirse de la suerte alegando que “De todas maneras eso iba a pasar”.
Claro, siempre están en contra de lo que hacen los que hacen. O están acusándolos de no hacer nada. Pero propuestas, cero, porque es más fácil y cómodo no comprometerse.
Pasa con la decisión política de la Mesa de la Unidad de atreverse al diálogo. Un movimiento riesgoso y costoso que nunca se hace por cálculo egoísta y maniobrero. El diálogo es parte de la política de la oposición democrática. No es la única y nadie ha dicho nunca que no haya protestas, ni reclamos, como corresponde a la realidad nacional, y al papel opositor. Más de uno está ligando que el diálogo fracase, pero sin atreverse a proponer una alternativa.
Por el bien de todos, incluidos los negativistas, ojalá y el diálogo de frutos. Siempre es difícil, dada la anchura de las divergencias. Ojalá, porque el fracaso de la política solo deja abiertos los peligrosos rumbos de la violencia.

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