Normalidad en las tiendas Farmatodo de Barquisimeto

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Las tiendas Farmatodo de Barquisimeto cumplieron este lunes con sus actividades normales de atención al público, aunque sin las largas colas que se observaron en algunas de ellas la pasada semana.

A raíz de las amenazas del Presidente de la República contra la cadena, entre la población surgió el temor de que este inicio de semana estarían cerrados esos establecimientos.

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Sin embargo, durante un recorrido periodístico por diferentes sectores donde Farmatodo tiene presencia en la capital larense, se pudo observar un desenvolvimiento con absoluta normalidad.

En la tienda de la avenida 20 con calle 8, cerca de veinte personas esperaban turno para ingresar a hacer sus compras.
En la de la avenida Libertador, al lado de la iglesia Coromoto la cantidad de personas era menor.

Un guardia nacional se encargaba de pedirles las cédulas, aparentemente para permitir sus ingresos.

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“Ojalá no vayan a expropiar Farmatodo porque le pasará lo de Agroisleña, que le cambiaron el nombre por Agropatria, pero ahora los agricultores no encuentran nada”, dijo un hombre quien prefirió no dar su nombre.

Por otra parte, entre los empleados, también se observó absoluta tranquilidad, cumpliendo sus funciones como cualquier día.
“Somos más de ocho mil empleados en todo el país y no nos pueden dejar sin empleos a todos; somos padres o madres de familia que necesitamos el trabajo, además la gente nos apoya”, expresaron.

Cola en el Bicentenario

Si en las tiendas Farmatodo no había colas este lunes, la conformada por personas para ingresar al abasto Bicentenario, en el centro comercial Babilon, era descomunal.

Algunos, incluidos ancianos, llegan desde la noche anterior con la esperanza de adquirir artículos regulados.

Llama la atención que mientras el Gobierno ataca a los negocios de la empresa privada por permitir las colas, hasta ahora no ha hecho nada para obligar a quienes administran el Bicentenario tomen medidas que las impidan.

“Esto es insoportable; estoy aquí desde las cinco de la mañana, son las once y no he pasado, y ni siquiera hay esperanzas de hallar lo que necesito cuando llegue allá, dijo una señora en la fila mientras se tapaba del sol con un cartón.

 

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