Me fui para Nueva York

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En el popular merengue cantado por Lorenzo Herrera “El norte es una quimera”, hay versos que pueden servir para analizar el viaje de Maduro a Nueva York, a las Naciones Unidas para plantear lo del Esequibo.

Una quimera tiene varios significados y entre ellos el de un pez de cola y cuerpo alargado que vive en el Atlántico. Se parece al territorio que estamos reclamando en el Esequibo. La diplomacia venezolana para llevar adelante el reclamo de estos derechos luce desvariada. Mientras Nicolás Maduro aparece en la ONU con cara de yo no fui y antes de salir al norte insulta a la OEA, que pudiera ser un aliado, Jaua, el fracasado canciller, va a Washington para decir lo contrario del mandatario venezolano.

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Y mientras Guyana sigue sumando aliados en la Commonwealth, el Caricom, en el Movimiento de los No alineados, neutraliza a los Estados Unidos y a Brasil, mueve a la India y Canadá, logra el silencio de su antigua aliada Cuba, el régimen venezolano sigue insultando a la madre patria España, al imperialismo, a la “oligarquía criolla”, etc. Una pelotera.

Si de lo que se trataba con la visita a Ban-Ki Moon, en la ONU, era bajarle el tono al intercambio de declaraciones de los dos gobiernos, el objetivo no se logra porque después del viaje, Diosdado Cabello, insulta nuevamente a Guyana. El Secretario General de la ONU habló de comisión para mediar y no de buen oficiante y Georgetown sigue empeñada en llevar la disputa a la Corte Internacional de Justicia, donde por los errores de Chávez tendría ganado el litigio.

Nunca se manejó una contienda internacional tan desastrosamente. Este es un asunto que se ha vuelto una quimera, que es también delirio, desvarío. En los versos del merengue uno dice que “Todo el que va para Nueva York se vuelve tan embustero”. Y Maduro ha regresado con medias verdades sobre diversos temas de la realidad nacional. Habla de que si Venezuela volviera a ser débil, como si ya no lo es, dice que batió record al bajar el desempleo, pero olvida que los desempleados están en las colas del bachaqueo. Atribuye los 56 saqueos de estos días con saldo de un muerto al imperialismo y a la ultra derecha. Quiere acabar definitivamente con la Polar y no se atreve a decirlo.

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Que bien le haría a los “expertos” de la Cancillería venezolana leer el libro de Domingo Alberto Rangel “Fin de fiesta” donde precisamente relata el manejo que en el gobierno de Luís Herrera Campins se hizo de la reclamación del Esequibo. Aquel gobierno llevó adelante una cuestión con canones diplomáticos y no con un lenguaje de cañones. Situaciones similares, solo que ahora Guyana sabe del resquebrajamiento y desprestigio moral y político del régimen venezolano.

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