Más bulla que cabuya

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En los últimos días ha ocurrido de todo en Venezuela; pero nada importante ha pasado. La pasividad de este pueblo cada día preocupa más. Diariamente cientos de micromanifestaciones, solicitan soluciones a sus ya insoportables problemas. Más de diez calamidades de envergadura le son planteadas al gobierno, el cual, además de incompetente para sacar al país del hoyo en el que lo ha metido en los últimos quince años, lo que hace es hundirlo más. Da la impresión que es lo único que sabe hacer, puesto que dinero ha sobrado.
Experta como es la cúpula gubernamental en los manejos mediáticos, con fines de manipulación ha montado, en función de banalizar la protesta y de minimizar el reclamo social, dos escandalosos shows que a veces copan los espacios de los principales medios de comunicación.
El primero, y el más bullicioso, es la presencia de un supuesto “gobierno eficiente en la calle”. Y el segundo se trata de hacerle creer a la gente que, frente al elevado nivel de corrupción gubernamental, el proclamado presidente está dispuesto a “pescar” a los corruptos donde quiera que estén. Ya ha colocado en la vitrina mediática algunos especímenes “de la casa”, como chivos expiatorios.
En relación con el show que causa más ruido, conviene, por el bien de Venezuela, desenmascararlo y poner en evidencia la magnitud de tan monumental y descarada mentira. ¿En qué consiste? En recoger las promesas incumplidas durante más de catorce años, vestirlas con nuevos trajes, barnizarlas para abrillantarlas y ofertarlas como una “novedad revolucionaria”. ¿Estará cayendo el pueblo en tan insultante trampa? Lo dudamos; pero el deber, la obligación de la oposición, es denunciar dicho engaño; pero hacerlo contundentemente.
En cuanto al montaje anticorrupción, la mentira es obvia. Hasta ahora el proclamado lo que ha colocado en la vitrina, son pequeños pesos sorprendidos en acuarios domésticos. Hay que presionarlo para que centre todo su esfuerzo en las aguas putrefactas del océano que rodea a Miraflores. Es allí donde están los peces gordos. ¡Se supone que bien gordos y pesados! Lo demás es demagogia; y de la más barata. Y a propósito, ¿Le tiene pavor a las aguas profundas? ¿Será que teme autopescarse?

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