Mala fama

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La metida de pata de no dejar que los ex presidentes Andrés Pastrana de Colombia y Sebastián Piñera de Chile visitaran a Leopoldo López le ha dado la vuelta al mundo. Como el gobierno solo piensa en el mundillo de sus partidarios, la gracia le salió morisqueta. Los medios de comunicación de todas partes transmiten la noticia que contribuye a la pobre reputación de nuestro país en materia de respeto a los Derechos Humanos, que viene agravándose desde que el gobierno decidiera denunciar la Convención Americana de los Derechos Humanos. De septiembre para acá, en cuatro meses, ha habido pronunciamientos de fuerte censura por la situación de nuestro país desde el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de la Asamblea general de la ONU y el Comité Contra la Tortura de la misma organización, el Consejo de la Internacional Socialista, el Parlamento Europeo y, ya en enero, la directiva de la Organización Demócrata Cristiana de América.

Pero no es la política ni los derechos humanos la única causa para que seamos noticia internacional. Financial Times y The Economist, ambas respetadas publicaciones británicas, explicaron por qué estamos entre los países peor preparados para afrontar la caída de los precios el petróleo y a fines del año pasado, la revista había dedicado una nota titulada “Petróleo y agua de coco”, con informaciones sobre la escasez que dan vergüenza.

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Acabo de ir a Madrid por invitación del Partido Popular a su Convención. Se dedicó una sesión en la sala Internacional al tema venezolano. En la recepción del hotel, el empleado que me atiende me pregunta cómo se vive en Venezuela. Las noticias que va recibiendo se refieren a la escasez y a la violencia, y han desaparecido de la televisión las producciones venezolanas que tanto gustaban a su mamá y a su abuela. La causa es que las telenovelas corrieron la suerte de otras exportaciones nacionales. En el noticiero de TVE vi un reportaje sobre las colas en las farmacias venezolanas, y en ABC de este lunes, el columnista Alvaro Martínez ilustra con fotografía de una enorme cola en un supermercado caraqueño, una nota sobre nuestra situación económica, con referencia inevitable a la “asesoría” que el profesor y político español Juan Carlos Monedero daba a nuestro gobierno, por la módica suma de casi medio millón de euros.

El martes ya estaba de vuelta en Venezuela, pero leo en el mismo diario que el oficial retirado de la Armada Leamsy Salazar, quien habría sido edecán del fallecido Presidente Chávez, habría hecho en Estados Unidos graves denuncias. Denuncias que habrán de ser verificadas e investigadas, pero que ahorita son más agua para el molino de la mala fama que nos va cayendo. Porque la veracidad de lo denunciado nunca podrá ser indagada en Venezuela, como se debería, dada la situación de los órganos competentes.
Resulta pueril el alegato oficial de una “guerra mediática”. Lo cierto es que las acciones, omisiones y provocaciones del gobierno y sus voceros, traen mala reputación para el país. Mala fama que duele, y que no conviene.

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