El nombre de Venezuela sigue en las primeras páginas de la prensa mundial. No es solo por la crisis económica, sino por el montaje teatral que su mandatario ha puesto en escena. Igual que con los intentos de magnicidio, golpes de Estado sin presentar pruebas y con oficiales sin tropas, ahora hemos pasado a otro estadio: un ataque de los Estados Unidos. Todo ello sin añadir los escandalosos robos que a diario se denuncian en España, Estados Unidos, Andorra, hechos por funcionarios del régimen que dilapan fortunas del pueblo venezolano.
Esta nueva tragicomedia de una invasión militar norteamericana, le permite al gobierno movilizar jefes de Estado que se han beneficiado de la renta petrolera venezolana. A Fidel Castro decir con sorna que “el ejército venezolano es el mejor de América”. Pero el ruido de las tablas sirve también para callar el grito de los presos políticos, las quejas bajo el sol de la gente demandando en colas interminables alimentos y medicinas, la protesta estudiantil y el llanto de los exiliados desde el exterior. Y por si fuera poco ahora se inventa recoger firmas para presentarlas al Presidente Obama en la Cumbre de las Américas en Panamá en abril próximo. Firmas obtenidas con chantaje a los empleados públicos y a los militares.
Maduro no es Venezuela. Las medidas de Estados Unidos contra una docena de funcionarios chavistas de honorabilidad no probada, no pueden significar un ataque a veintiocho millones de venezolanos. Estados Unidos no puede atribuirse el papel de policía del mundo, pero está en el derecho de prohibir la entrada a su territorio de quienes negocian con estupefacientes y violan los derechos humanos. No se puede equiparar el gobierno de Venezuela al de Brasil, México, Costa Rica, Chile, República Dominicana o Paraguay. Aquellos son Estados con separación de poderes y democracias. Venezuela es una dictadura.
El Alba es comparable a la antigua Unión Soviética, construida sobre la tesis de una hermandad basada en el concepto de Estados parásitos. Fue lo que denunció en su tiempo el Zar Pedro I, respecto a los vecinos de la Rusia imperial. Sin ambages hay que denunciarlo. Los gobiernos de Argentina, Ecuador, Uruguay, Bolivia, Cuba, Nicaragua, Dominica y la Honduras de Zelaya, como sanguijuelas han vivido de la sangre de los venezolanos. Morales, Cristina, Ortega, Mújica, Castro, Correa han aplicado aquello de hacerle creer al soberbio que es el mejor del mundo. Eso fue lo que hicieron con Chávez y se llevaron de Venezuela millones de dólares.
Los símbolos de Venezuela han sido puestos de lado para exaltar la figura de Chávez, que dejo al país en el peor desastre económico que el mundo conoce de una nación que era rica. Ya no se habla de Bolívar y Chávez, ahora es Chávez y Bolívar. Ya no se habla del Libertador Simón Bolívar, se rinden honores en cada acto oficial a Chávez el Comandante eterno.
