Los héroes cercanos

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Desde hace años dejé de leer novelas porque opté por valorar mis entornos y leer allí las tragedias y personajes cotidianos que con su toque demiurgo los escritores convierten en realidades sublimadas.

Y es que si uno logra descifrar en las personas conocidas sus códigos de transcendencia y motivaciones vitales puede perfectamente leer varias novelas al día, universales todas y contentivas de las grandezas espirituales que hacen de la humanidad un contraste maravilloso donde podemos ver virtud en todas partes si sabemos desmalezar los detalles de imperfección que nuestra condición animal nos impone.

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Comparto estas reflexiones íntimas con mis lectores como ejercicio de optimismo frente a los cuadros de desolación anímica que signan el escenario público venezolano. Si cada uno de nosotros repasa su lista de afectos en la tranquilidad y el sosiego de sus meditaciones con toda seguridad se encontrará con familiares, amigos o simplemente conocidos que con legitimidad pueden ser personajes de novela.

Por vía de ejemplo puedo dar testimonio de dos mujeres maravillosas, entre las muchas que conozco con similares virtudes, que califican para la inmortalidad literaria, una de ellas porque desde su adoración a Dios y su devoción a los santos entregó su vida a la felicidad y estabilidad de sus seres queridos sin  escatimar esfuerzo alguno y poniendo en riesgo su salud mental y corporal, ella vivió para los suyos, a todos les dio lo mejor de sí y su única recompensa fue morir en comunión y con olor a santidad. De la otra que puedo dar testimonio es de una niña campesina nacida en El Paso de Baragua, quien procreó siete hijos y desde su pobreza, con trabajo de 16 horas al día, con normas éticas rigurosas, a todos los hizo exitosos y hoy son profesionales, empresarios, todos con pujantes hogares clase media. Pero al igual que mis dos madres son centenares o miles las mujeres venezolanas que bajo la protección de las libertades democráticas pudieron convertir sus sueños en obras de vida satisfactorias.

Puedo también en esta onda sacar a relación el ejemplo de un colega que desde mesero en Carora hoy es uno de los intelectuales más prestigiosos del estado Lara, basando su superación en el esfuerzo, en las lecturas, en el más riguroso apego a los requisitos y normas que el periodismo exige. También puedo hablar de mis vecinos, de una familia que inició un negocio químico y ellos mismos hacían las mezclas, las envasaban y las comercializaban, crecieron y ahora son medianos industriales con una empresa que da trabajo a mas de 20 venezolanos, venden sus productos a nivel nacional y tienen a su hija menor estudiando en Finlandia. Ellos son héroes del trabajo y la constancia, igual que un educador jubilado que continúa dando clases para terminar de educar a dos hijos universitarios y con sus más de 60 años quiere también montar un electroauto para incrementar sus ingresos. Vecina también es una señora que quedó viuda con tres hijas menores de diez años y sin ningún resguardo económico, ella luchó como una leona y a las tres las graduó de profesionales, todas estas son vidas ejemplares que pudieron cristalizar sus luchas en éxitos porque teníamos caminos democráticos de superación. Para que los sueños de venezolanos como estos sigan teniendo viabilidad debemos salirnos de estas colas infernales y del miedo a la muerte que nos circunda. Viva Venezuela, nojo… adelante.

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