Desde hace varios años, un vecino de Agua Viva, municipio Palavecino, al cerrar un club campestre ubicado en Las Cuibas, instaló un llenadero clandestino, lo que afecta sobremanera la distribución de agua en la localidad.
A toda hora del día, especialmente muy temprano en la mañana, vecinos observan con estupor entrar y salir del lugar, camiones cisternas, inclusive contratados por la empresa Hidrolara.
EL IMPULSO al conocer la denuncia, intentó entrevistar a varios vecinos pero se negaron ofrecer declaraciones por temor a represalias.
No obstante, mototaxistas y vecinos del sector III de Las Cuibas, corroboraron la información indicando el sitio exacto en donde funciona el llenadero clandestino.
“Allí funcionaba un reconocido club de la zona, muy visitado, con amplias piscinas, que ahora sirven de estanques para el agua que extraen de una bomba de la comunidad a través de un acueducto de una pulgada, instalado descaradamente por vecinos que recibieron pago como beneficio por la obra”, explicó una vecina bajo anonimato, añadiendo que no es posible que mientras la comunidad recibe agua a cuentagotas, el dueño del desaparecido club se lucre con el agua para servicio público.
Pero el agua no solo se le vende a los cisterneros, sino también a miembros de la comunidad, quienes deben cancelar precios exorbitantes por el bien común.
“Se hacen los locos”
Otro vecino consultado, refirió que la situación viene ocurriendo desde hace algún tiempo, “con abierta complicidad del consejo comunal, “quienes se hacen los locos” con un problema que tiene más de 15 años.
Coinciden los vecinos, que cada vez se incorporan más unidades cisternas, adicionando que al parecer, el beneficiario con el llenadero clandestino “está apadrinado” por la organización comunitaria.
La escuela no tiene agua
En conversación con docentes de la Escuela José Evelio Aponte de Las Cuibas, se conoció que la institución carece de agua por tubería, y no por no disponer de la tubería, sino porque la presión es muy poca para disponer del vital recurso en horas del día, optando entonces por tener tanques para su almacenamiento.
Los maestros indignados explicaron que en tiempos de sequía, el propietario del llenadero clandestino, se niega prestar auxilio a la escuela que tiene un poco más de 400 alumnos.
En la zona también padece por el problema un módulo de Barrio Adentro y más de tres mil familias.
Hicieron un llamado a las autoridades: Sindicatura Municipal de Palavecino e Hidrolara.
