Lectura – Las cigarras

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Han vuelto las cigarras en los días de marzo. Su volver lo sentimos en la presencia de su canto. Canto como de sonidos huecos producidos por la caja de resonancia de su ovoidal abdomen, que capta las vibraciones que producen la aceleración de sus múltiples filamentos, casi invisibles al frotarlos en sus patitas. Hay que hacer notar que es un sonido muy particular y único de la especie.

Su denominación es femenina, pero debe haber entre ellas, como en las abejas los zánganos que son los reproductores masculinos, cigarras masculinas, porque la denominación femenina debe atribuirse a un concepto general para nombrarlas. Salvo que, aun cuando no lo conciba, de no haber cigarras masculinas, como en las abejas, la reproducción se obtenga por partenogenia. Si fuese este el caso, el macho en la cigarra no haría falta como fecundador.Sin embargo:
¿Cómo se conserva y perpetúa la especie?
Con rigurosa puntualidad ese animalito nos visita todos los años entre los meses de marzo y abril, su existencia es corta, cuando cesan sus cantos es porque se han extinguido. Perdido en divagaciones, debo admitir que entre las cigarras existe el sexo masculino, de modo que los machos son verdaderamente reales. La cigarra que emite sus agradables sonidos es el macho. Y que, de seguro, esos cantos que
ahora mismo percibo y me entretienen con su inimitable sonsonete, soñadoras como parece, son el producto del trabajo de los consortes y de las cigarras femeninas. Debo aceptar, entonces, que las hembras se ocupan, mientras tanto, de aovar. Las cigarras deben aprovechar al máximo el leve tiempo de vida de que disponen para cumplir con el compromiso que les asigna la vida: Los machos se ocupan de entretener la audiencia con sus cantos, y las maternales féminas preparan las oquedades terrestres para dejar, en nombre de la perennidad de la especie, sus huevecitos. Es la misión de estos animalitos. Solamente ellos saben escoger sus alimentos, y también, solo ellas saben cómo producir expulsar sus abundantísimas micciones. ¡A quién no ha mojado una cigarra! Las cigarras indistintamente son por naturaleza serenateras. El sonido de sus cantares es único e inimitable. Y las serenatas son continuas porque las cigarras cantan tanto en el día como en las noches. Su ilustrísima cigarralidad. Es motivo de simpatía y de agradabilidad para los niños que se desviven con capturarlas. En manos de un niño estos simpáticos e inofensivos insectos terminan muy mal. Los niños las atan a hilos y las elevan como papagayos.
Todos los años las cigarras nos traen su mensaje: ellas anuncian el cambio de estación en el trópico; termina la estación seco-fresca para que se inicie la estación cálido-lluviosa. Cosas de equinoccios y de solsticios.

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@carlosmujica928

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