Las voces de Penélope – De poesía, bárbaros y quemas

La poesía de Gina Saraceni me auxilia para decir cómo se queda uno en medio del asombro, la tristeza y la rabia ante la incursión de gente armada en la UFT: “Un instante/tuerce el rumbo de la vida/La cambia de sitio/La lleva lejos/ Muda sus raíces”. Desde la avenida, el área quemada del edificio, una enorme franja vertical, acusa sus desmanes. El fuego perdió su carácter ritual, al convertirse en extensión de mentes y manos poseídas del espíritu destructor de los bárbaros de antes y de ahora, guiados por el horror ante la libertad y pluralidad de pensamiento.
Era impensable hasta meses recientes, quemar una instalación educativa. Destruir su archivo de Tesis y comportarse al día siguiente como si sólo se tratara de bienes materiales y no de símbolos que nos conectan con los aspectos más sanos y perdurables de la civilización. De las guerras libradas por siglos, ya se han olvidado detalles y pormenores  mas no de la destrucción de patrimonios culturales, como por ejemplo, de la quema de la Biblioteca de Alejandría, cuya imagen parece perdurar en el inconsciente colectivo de quienes creen en el poder del lenguaje, de los libros, del conocimientoy del ser humano queloscrea,mejoraypreserva.
Sí. Era impensable y repudiable pero en estos tiempos oscuros y confusos que vivimos hoy, ¿a nombre de cuál revolución, socialismo o idea de avanzada se estimula la confrontación armada, la destrucción, saqueo y amedrentamiento de estudiantes, universidades e ideas? No estoy de acuerdo con las protestas estudiantiles violentas por variadas razones, pero mucho menos con la represión por parte de cuerpos armados legales o ilegales. La seguridad es un asunto de Estado que no necesariamente pasa por la represión. El diálogo con sus ciudadanos, también.
Trabajé por muchos años en la Universidad Fermín Toro, que por cierto becó bastantes empleados públicos y policías para estudiar pregrado y post-grado. Allí tuve la posibilidad de participar en proyectos y en organización de eventos importantes que nos permitieron discutir  puntos de vista divergentes, desde la academia. Conservo gratos recuerdos de colegas, del joven equipo de la UFT-TV y de alumnos de Comunicación Social y Derecho. Había un aire libertario y emprendedor ganado a punto de debatir internamente y de considerar al estudio como una vía de ascenso social.
Sí. No sólo se puede torcer el rumbo de la vida personal sino de sus recuerdos. Incluso los de quienes dividen al mundo en buenos y malos, derechistas e izquierdistas. El ataque sistemático a las universidades nos anuncia la llegada definitiva de la Barbarie y la mutilación psíquica de quienes nos formamos en ellas. “Cuánta habitación/ queda adentro/ resonando/Cuánto de uno mismo/ a la intemperie/  Cuánto sin saber adónde”. (G.S. Casa de pisar duro)