Las voces de Penélope – De lámpara

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Ya se veía venir desde el 2003 cuando el CNU, aprobó una extraña resolución que en sus momentos era una medida desacertada y que como docente activa rechazamos. En el promedio de notas del índice académico de los bachilleres eliminaba la «media nacional» y la sustituia por una «media» de la educación pública y una «media» de la educación privada. Un «16» de un colegio privado pasó a equivaler un «14» del público.La razón de la sinrazón sería «corregir la discriminación de los estudiantes de niveles socioeconómicos bajos, de quienes provienen de colegios oficiales y de los procedentes de entidades federales alejadas».
En lugar de atacar el problema formando y exigiendo profesionalmente a los docentes; de crear y mejorar instalaciones y bibliotecas de escuelas y liceos, técnicas y métodos de enseñanza, fortalecer las casas culturales y establecer convenios con las universidades para que sus estudiantes a punto de graduarse aportaran en las áreas del saber que requiriesen ser fortalecidas.
En fin, propiciar intercambios culturales con todos los entes, países y organizaciones que pudieran contribuir en abrir al estudiante de escuelas, liceos y colegios, ese enorme delta que es el mundo pero se impuso la promoción automática, no se aplicaron formas de evaluación que permitieran determinar el nivel de conocimientos y aplicar los correctivos.
Galeradas de papel fueron escritas y sonaban a deseos; a retórica política mas no a pedagogía. No hubo otro seguimiento que no fuera el de llenar cifras de planes gubernamentales bajo el nombre de “inclusión escolar”, entendida como  promoción escolar automática. “Nadie puede quedar aplazado” es una orden.
Hoy todos sabemos que la educación privada ha terminado por ser el refugio de los padres que desean una buena educación para sus hijos, aunquemuchos colegios privados no la garantizan. Y la politización educativa ha rondado pupitres y pizarrones dejando fuera la academia y que nuestros muchachos cada vez salen menos preparados para seguir estudiando.
A estas ya el amigo lector sabe por dónde van los tiros: el populismo se instaló en la educación confundiendo el derecho de todos a estudiar con la capacidad individual, pretendiendo simplificar lo complejo: el conocimiento. Estudiar,se transformó en una nueva forma de beneficencia escolar desde preescolar a la universidad.
Tampoco cambió la manera de ejercer la docencia, profesión que  requiere de una buena dosis de vocación de servicio, tenacidad y respeto en un proceso interactivo e intersubjetivo que exige maestros que encienden la lámpara que todos llevamos dentro.
Con dicha  resolución del CNU, no sólo el Estado evadió su responsabilidad en garantizar una educación de calidad a toda la población, sino condenó a los niños y jóvenes y docentes a participar de la cadena de la mediocridad. A permitirque les apagaran las lámparas.

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