Las voces de Penélope – Balseros del aire

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En “La Guagua aérea”, el agudo escritor puertorriqueño, Luis Rafael Sánchez, muestra a través del humor y la parodia, el efecto de nacer en una isla con estatus de Estado Libre Asociado, dependiente de los EEUU, país al cual solo puede  acceder por el aire. El avión pierde su especificidad de transporte aéreo y pasa a ser el espacio simbólico por el cual  sus paisanos acceden a la tierra prometida. El pasaporte no basta para hacerles sentir parte de la cultura anglosajona y la lengua acusa sus efectos.
“Balseros del aire” se empezó a llamar a los emigrantes venezolanos desde hace unos años en clara analogía con los cubanos que exponiendo sus vidas, huyeron por el mar. Huida  que culminó siempre, por razones políticas con el premio de la Green Card e incorporación a la vida estadounidense, al margen de sus competencias laborales.Por otra parte, los cubanos famosos en el deporte, danza y teatro, fueron recibidos con los brazos abiertos al convertirse en adalides de la llamada contrarrevolución.  Visa y permiso que al resto de las nacionales de países subdesarrollados les ha costado y sigue costando  obtener.
“Balseros del aire”, delata las diferencias. Salvo pocos casos, los que emigran por la vía  aérea, arriesgan  no la vida, sino un presente y  futuro bastante incierto en casa y en el país donde arriban. Salvo los que cruzan la frontera para vivir y trabajar en Colombia, los venezolanos emigran casi siempre por el aire. Pertenecen a nuestra clase media profesional y excluida.  La inflación, inseguridad, desempleo y desabastecimiento, han sido el fuelle que los expulsa por el aire y deberán ejercer oficios que no requieren preparación alguna o recibir la mitad del salario mientras llegan los permisos de trabajo y estatus migratorio. Y en algunos casos, padecer los prejuicios de los locales que los perciben como rivales laborales.Como ven, no me refiero a los nuevos inversionistas cuyo origen oscuro es bastante conocido.

Los balseros aéreos jóvenes o no, cruzan también sus propios linderos internos de afectos, amores, familia, miedos y se bajan en los aeropuertos buscando algo que se ha perdido progresivamente: la esperanza en el futuro.
No es fácil para la mayoría de los venezolanos incorporarse a culturas similares pero diferentes. Mientras que un europeo puede viajar y conocer a sus vecinos con relativa facilidad,Latinoamérica no se presta al seguir a pesar de buenas intenciones, fragmentada geográfica, económica y culturalmente. Sus economías inestables crean recelos hacia  el emigrante,ese Otro que se parece pero sigue siendo distinto.
El uruguayo A. Fressia, me ayuda a resumir expectativas de inmigrante:“Sé que cuando el futuro aparezca, vendrá volando por atrás del Cabildo. Una ráfaga, y yo lo atraparé en mis pulmones y me llevará leve como en un globo, lejos de la plaza. La noche está fresca, llovió de tarde. ¿Y hoy, llegó? No, debe estar atrasado, viene de muy antes.”

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