Las huellas del tiempo – Deben renunciar

Los triunfos de la oposición en San Diego y San Cristóbal no pueden quedar en meras celebraciones de calle. Se necesita un análisis más esclarecedor. Queda demostrado que sin unidad de la oposición no hay victoria frente a la dictadura.
La principal consecuencia es que las Señoras Gladys María Gutiérrez Alvarado y Luisa Ortega Díaz, Presidenta del Tribunal Supremo de Justicia la primera y Fiscal General de la República la segunda, si les queda algo de dignidad deben renunciar a sus cargos. Se prestaron arteramente a órdenes del mandatario Maduro y pusieron presos a los Alcaldes Ceballos y Scarano sin una investigación objetiva de los hechos que se les imputaban.
Al triunfar las esposas de los Alcaldes presos de esos municipios, el pueblo, que es el soberano, produjo una sentencia y deberían ser liberados de inmediato. Pero la solicitud de renuncia es también para el Ministro Rodríguez Torrres que debería irse a otras tareas represoras que es su especialidad, pues la capital tachirense le dio hasta con los codos con una respuesta contundente.
Patricia Gutiérrez de Ceballos, nueva Alcaldesa, en una intervención por televisión puso a Maduro en su puesto, cuando el mandatario comenzó de nuevo con amenazas. Póngase a trabajar-le dijo- que tiene el país en el suelo y no hace otra cosa que insultar. Otra consecuencia es que el Gobernador Vielma Mora tiene en su contra una cuenta regresiva. Tan pronto haya un referéndum revocatorio saldrá como tapa de corcho. Venía con prestigio, pero sin cálculo futuro se anotó al pasado que es el chavismo y se arrastró ante los bribones como diría Voltaire.
El tema nos sirve para reflexionar sobre la dignidad y nada mejor que recordar lo dicho por Goethe: “La dignidad no puede describirse; pero su rostro es fresco y redondo como la luna llena, sus mejillas rosadas se abren paso como una flor bajo el turbante, notándose, además, su elegancia hasta en los menores pliegues de su traje”. Ojalá que las Señoras Gutiérrez Alvarado y Ortega Díaz se miren en el espejo, sus mejillas y los pliegues de sus trajes para ver de qué color las tienen y cuántas arrugas tienen sus investiduras.