Las familias rindieron tributos a sus difuntos en Barquisimeto

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“Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá; y el que haya creído en mí, no morirá para siempre”.

Este domingo, esas palabras de Cristo fueron recordadas por miles de mujeres y hombres que acudieron a los cementerios en el Día de los Difuntos.

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Por ser el más grande, lógicamente que la mayor congregación de personas se registró en el Cementerio Municipal del Oeste, donde las medidas de seguridad fueron extremadas por parte de funcionarios de las policías, Nacional Bolivariana, de Lara y Municipal de Iribarren, y de la GN, con el fin de evitar la acción de los delincuentes.

El campo santo, al menos los sectores más cercanos a la entrada, lucían libres de maleza, algo que no ocurría en los más lejanos, concretamente hacia el norte, colindante con la Zona Industrial y el barrio Las Tinajitas.
“Nosotros venimos siempre, pero este día es especial para darle un mejor aspecto a la parte exterior del panteón familiar”, manifestaron miembros de la familia Ramos mientras procedían al lavado de las lozas y a pintar las rejas.

El ingreso de personas era constante, en su mayoría caminando, aunque, en las primeras horas de la mañana muchos lograron entrar con sus vehículos que estacionaban en las veredas ya que en las vías principales lo impedían los uniformados de Tránsito.

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Algunas familias tomaron el domingo en el campo santo como un día de picnic, llevando grandes sombrillas, mesas y alimentos para permanecer allí varias horas, a un lado de las tumbas de sus difuntos.

“Tenemos unos 100 uniformados de los diferentes organismos de seguridad para resguardar la seguridad de los visitantes”, manifestó José Gregorio Mendoza, titular de la Dirección de Cementerios Municipales de la alcaldía de Iribarren.

Anunció la conformación próximamente de una brigada de vigilancia exclusiva para el camposanto, así como la construcción de una pared perimetral por la zona norte para impedir el ingreso de antisociales procedentes de barriadas cercanas.

Se puede notar la existencia de numerosas fosas vacías, lo que Ramón Antonio Montes Guarecuco, obrero informal del lugar, atribuyó a la falta de cemento y de recursos económico por parte de los dueños para terminarlas.

Durante la mañana se recibió la visita del alcalde Alfredo Ramos en compañía de algunos de sus funcionarios inmediatos, pudiendo comprobar la normal gran afluencia de personas.

A las diez y media comenzó la misa a cargo del padre Pedro Alvarado, bajo un enorme toldo, lógicamente insuficiente para albergar a tantos feligreses.

Antes, unos voluntarios se dedicaron a leer una extensa lista de nombres de difuntos a quienes estaba dedicada la homilía.

La jornada transcurrió con normalidad.

 

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