Las cuentas políticas

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Inmersos como estamos en una crisis múltiple donde lo económico y lo político se entrecruzan con fuerza generando tensiones que nos colocan en fronteras peligrosas entre la paz y la violencia es menester visualizar salidas democráticas para salir airosos de este laberinto de incertidumbres donde reina el Minotauro de la inestabilidad.
Tenemos así que frente a todas estas interrogantes que sitian la plaza del “Que Hacer” las únicas respuestas posibles obligatoriamente debemos ubicarlas dentro de la legalidad constitucional y es allí donde nos toca colocar las piezas de este ajedrez político dentro del cual cada movimiento táctico debe corresponderse con una estrategia de victoria, neutralizando las  angustias que  producen los tiempos de espera.
Dentro de este análisis coyuntural  lo primero que debemos registrar es que Henrique Capriles Radonsky además de su gran remontada numérica en las pasadas elecciones ha logrado algo muy importante como lo es que la oposición a pesar de no haber logrado el triunfo no se sienta derrotada ni frustrada. Esto es de suma relevancia porque le permite a la oposición jugar con ventaja en los procesos electorales que están por venir, los municipales y probablemente algunos revocatorios a diputados del oficialismo.
Lo grave para el gobierno es que luego de las elecciones el deterioro de popularidad del  Presidente Maduro no se ha detenido, no tanto por su conducta errática sino por la profundización de la crisis económica que se expresa con dramatismo cotidiano en la escasez, el desabastecimiento y la inflación. De esta forma mientras Capriles mueve sus piezas con libertad y apoyo unitario y consolidado de su plataforma política de sustentación, el Presidente Maduro está condicionado por una problemática económica donde la falta de dólares le obliga a una conciliación con el sector productivo privado, el cual se muestra renuente o desconfiado para invertir porque no ve garantías políticas que le garanticen un desempeño exitoso.
Además el presidente Maduro al parecer tiene también rémoras internas que no son fáciles de manejar. Nada mas pongamos el ejemplo de lo que fue la línea informativa de Globovision en su primer día como empresa en manos de propietarios vinculados al oficialismo. En dos programas bandera ubicados en horario estelar le dieron hasta con el tobo a los convenios de  Venezuela con Cuba, les permitieron realizar su tarea crítica con absoluta libertad respecto a ese tema, con la garantía de que no serian molestados por Conatel. Esta línea informativa direccionada con teleobjetivo contra Pdvsa y Petrocaribe solamente es imaginable sobre una base de poder concreto y funcional. Es fácil suponer donde radica este Poder.
Y mientras a nivel de las grandes piezas del ajedrez el presidente Maduro tiene problemas, Henrique Capriles mueve alfiles y caballos con soltura socavando el apoyo internacional del gobierno con inteligentes jugadas a nivel parlamentario dentro de los países que conforman Unasur, observándose ya algunas fisuras que pueden abrirse más dependiendo de lo que ocurra en Venezuela en torno al funcionamiento de la legalidad institucional y la violencia con que pueda seguir manejándose el gobierno frente a las protestas.
Todo esto repercute en los espacios políticos  municipales con miras a las próximas elecciones. Pongamos el caso de Lara, acá la oposición parece tener aseguradas las alcaldías de Iribarren y Palavecino, tienen buenas posibilidades en Torres, Jiménez, Andrés Eloy Blanco y Crespo, mientras que de las dos que tiene seguras el oficialismo como lo son Urdaneta y Simón Planas en este último Municipio mientras el PSUV tiene setenta por ciento de apoyo el Alcalde tiene setenta por ciento de rechazo, situación que no es exclusiva de Simón Planas sino que tiene que ver con el abandono que han tenido muchas alcaldías respecto a las políticas sociales diseñadas por Hugo Chávez.
Pero sea cuales sean los movimientos  tácticos que realicen los factores principales de este ajedrez político lo que deben tener en cuenta que es imposible una victoria que no pase por la urgente necesidad de reunificar al país tras metas de una recuperación económica que nos de esperanzas y tranquilidad. Siete millones de un lado y siete millones  del  otro pero catorce millones que quieren lo mismo: Una Democracia donde todos podamos vivir en paz.

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