La tregua de Navidad 

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Yprès, Bélgica. Víspera de Nochebuena de 1914. Los soldados alemanes comienzan a decorar con pinos sus trincheras. De cerca, soldados escoceses y franceses -también atrincherados- sospechan que se trata de una trampa. Sin embargo, los alemanes estaban en realidad celebrando la Navidad.

Después de haber montado sus arbolitos, comenzaron a entonar villancicos, entre ellos Stille Nacht (Noche de Paz). Entonces ocurrió algo mágico: los soldados británicos comenzaron a cantarlo en inglés. Poco a poco y venciendo el miedo, salieron de sus trincheras y se acercaron. Intercambiaron whisky, vino, chocolates, cantaron juntos, rezaron el Salmo 23 “El Señor es mi pastor, nada me falta. Sobre pastos verdes me hace reposar, por aguas tranquilas me conduce. El Señor me da nueva fuerza, me consuela, me hace perseverar.

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Me lleva por el buen camino, por el amor de su nombre.

Aunque camine por un valle oscuro no temeré mal alguno porque Él está conmigo” y a la mañana siguiente jugaron un partido de fútbol.

Los comandantes eran tres capitanes. No había nadie de mayor rango. De hecho, cuando los oficiales de más jerarquía se enteraron de lo que había pasado, destituyeron o trasladaron a los capitanes. Hay muchas historias que en cien años se han tejido alrededor de la tregua. Unas la extienden hasta febrero de 2015. Otras relatan que cuando cesó el alto al fuego los soldados dispararon al aire y no contra las trincheras “enemigas”. ¿Cómo se podía ser “enemigo” de alguien con quien se había comido, bebido, celebrado y rezado?

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Esto demuestra varias cosas: la primera es que los seres humanos tenemos más coincidencias que diferencias. Nuestra lista de cosas que queremos es muy parecida: ser felices, tener salud, vivir en paz, amar y sentirnos amados. Nuestros miedos también coinciden: que le pase algo a un hijo, perder la vida, la salud, la seguridad…

La segunda es que las guerras, las divisiones –y los conflictos en general- los crean los generales y la oligarquía de turno, no los pueblos.

La tercera es que no hay que pasar por una guerra para luego terminar en una mesa de negociación, firmando un armisticio y buscando un entendimiento. Se puede lograr antes.

Con este sentimiento, cien años después, deseo de todo corazón que los venezolanos nos reencontremos y perpetuemos la tregua. Feliz Navidad para todos.

@cjaimesb

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