La transición

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Con el fallecimiento de Hugo Chávez el PSUV perdió su única conexión con las masas. De hecho, la dudosa victoria de Nicolás Maduro terminó siendo, en contra de lo previsible, el inicio de una transición entre el Estado autoritario, construido en 14 años por su predecesor, a un Estado constitucional y civil.
Claro está, la transición no es una aspiración del PSUV sino, contrariamente, la única vía para intentar su supervivencia política y mantener el poder luego de constatarse la inviabilidad del llamado “Socialismo del siglo XXI”. La incógnita es: ¿Será Maduro capaz de superar la fase de transición por el iniciada y mantenerse en la presidencia?  Probablemente no. Hasta ahora, Maduro está en proceso de desmontaje del control cambiario, tratando de minimizar la influencia de la camarilla militar del 4F y procesando a algunos corruptos que prosperaron amparados en el chavismo, sin embargo, su ilegitimidad de origen provocada por el grosero ventajismo electoral que se evidenció el pasado 14 de Abril, le impide generar la confianza necesaria frente a los ciudadanos y, sin un dialogo con la oposición política presente en la Asamblea Nacional, no pueden nombrarse nuevas autoridades del Poder Electoral y el Poder Ciudadano (Fiscalía, Contraloría y Defensoría del Pueblo). Sin esos cambios de autoridades en los poderes públicos la transición es incompleta.
Por otra parte, la MUD presenta una agenda electoral y política caracterizada por la lucha frontal contra el autoritarismo militar, la solicitud de liberación de los presos políticos, el regreso de los exiliados, la despolitización de la administración pública y el reconocimiento de los legítimos representantes sindicales y gremiales para la discusión de los contratos colectivos vencidos. Esto le proporciona una poderosa legitimidad frente al país. Si Maduro tiene el poder pero no la legitimidad y la MUD tiene la legitimidad pero no el poder se presentan las condiciones para pactar un frente común contra el militarismo, la corrupción, la precariedad económica y la necesaria reinstitucionalización democrática de la Venezuela del futuro. Esa Venezuela, como afirmaba Gustavo Machado, tiene un lugar reservado para todos: “Los curas a la iglesia, los militares al cuartel y los civiles al poder”.
La pelota la tiene Maduro. Algunos afirman que el poder solo desgasta a quien no lo tiene aunque, valga la advertencia, arriesgarse a mantener el poder sin legitimarse es una apuesta que la pagan caro tanto los ególatras como los pueblos. La tarea: reflexión.

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