La obediencia se gana con la coherencia

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Previo al Congreso Pediátrico Andrés Riera Zubillaga, el segundo más importante de Venezuela que forma parte de una ventana científica del Hospital Universitario Agustín Zubillaga (Hupaz), se realizó en el Colegio Independencia un taller para padres, bajo la organización de María Elena Chinchilla, coordinadora de extensión del centro de salud infantil.

“Como padres nunca podemos cansarnos de hablar con nuestros hijos, debemos ser conversadores, preguntarles sobre su día, porque es nuestra responsabilidad dedicarles ese espacio necesario para manejar las conductas”, aseveró Chinchilla.

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Uno de los temas abordados fue el maltrato infantil y los trastornos de conducta, a cargo de la pediatra y defensora de los derechos de los niños, niñas y adolescentes del municipio Iribarren, Adda Rivero.

“¿Mi hijo se porta mal? fue el nombre de la conferencia, en la cual quisimos dar herramientas a docentes y padres para que conozcan cuáles son las conductas aceptables, según la edad del niño y en qué momento se requiere ayuda especializada”, explicó Rivero.

Por ejemplo, señaló que un niño de dos años que muerda, no una vez ni en solo sitio, sino varias veces a otro niño, sin ninguna causa; o que mate a un animal, son conductas que deben alertar a docentes y padres.

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“Es normal que a los 2 años sea inquieto, corra, quiebre cosas sin querer; inclusive hasta los 4 años puede ser agresivo, pero luego cambiar, si no lo hace, es un alerta”, aclaró Rivero.

Tampoco debe ser aceptado que un niño de 7 años haga pataletas, porque evidencia que no acata normas y por ende, debe ser canalizada su conducta.
“En esta edad tampoco es aceptado que el niño mienta, ni tome cosas que no le pertenecen, o que se quede sin permiso en lugares que no sean la escuela o el hogar. Esto último es esperado en la adolescencia, no a los 7 años”, explicó.

Mencionó que los niños que causen problemas a otros compañeros, o sean quienes promuevan un acoso escolar (bullying), deben ser sancionados en la propia institución, tanto por el docente como los directivos, porque son conductas inaceptables.

“Si un niño llega siempre golpeado, o de repente no quiere ir a la escuela, o a la casa de la abuela donde antes siempre iba, debe ser un alerta para los padres, porque quizás ese niño en ese lugar está siendo abusado”, acotó Rivero.

Recalcó que todas las personas tienen corresponsabilidad en cuanto a la protección de los niños, niñas y adolescentes.

“Si observamos a un niño que es víctima de violencia, estamos obligados a notificarlo en los diferentes consejos de protección. En Barquisimeto está ubicado en la avenida Venezuela con la calle 22. También pueden acudir a los hospitales o las comisarías más cercanas”, informó Adda Rivero.

Ejemplo a seguir

Ana Patricia Stumpo, psicólogo clínico, habló sobre cómo deben hacer los padres para que los niños sean obedientes, una pregunta que surge a diario.
“La conferencia está centrada en la relación de familia, el primer laboratorio del ser humano, donde va a aprender todos los modelos de interacción, patrones de conducta y emocionales. Después viene la escuela y la sociedad”, explicó.

Destacó que en familias disfuncionales debe procurarse un buen manejo de la autoridad. Por ejemplo, si falta el padre, la madre debe buscar dentro de su familia una figura paterna, bien sea un tío, abuelo o padrino.

En el caso contrario sería parecido, cuando es la madre que abandona el hogar, la abuela o tía puede suplir esa figura. Si no tienen ninguno de estas acompañantes, Stumpo recomendó buscar un guía espiritual (pastor o sacerdote) que pueda apoyar al niño o niña.

Ahora bien, cuando aunque los padres estén separados, cada uno cumple su rol no habría problemas, siempre y cuando exista comunicación entre ambos para no desautorizar uno al otro, pues esto le crearía inseguridad al niño.

“Si el manejo de la autoridad es inadecuado el niño es desobediente. Porque el niño necesita dirección, protección y conducción. Evitar la pelota de pingpong: pregúntale a tu papá, o a tu mamá”, acotó Stumpo.

Si el niño no tiene una dirección específica, cuando sea adolescente o adulto será conflictivo, problemático, por eso la importancia de que los padres se pongan de acuerdo, de manera que al momento de emitir una norma sea homogénea.

Gritar no hace obediencia

En conclusión, Ana Patricia Stumpo recalcó que los padres deben expresar una conducta congruente consigo mismos y con la sociedad, si quieren tener hijos obedientes.

“Si dicen una mentira delante del niño estamos modelando algo negativo. O cuando no respetamos las señales de tránsito como el semáforo”, explicó Stumpo.

Debe existir un orden en la comunicación y una escucha activa, es decir, que el papá y la mamá puedan entender lo que expresa su hijo, de manera calmada, así ellos modelarán como debe ser un buen oyente.

“Cuando hay gritos y agresividad, y el niño observa este escenario, no sabe qué hacer. El grito no es lo que hace la obediencia, más bien la calma, paciente y tener la inteligencia de emitir una expresión de molestia en tranquilidad”, concluyó Stumpo.

 

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