La ciudad como tema – Invasiones (1)

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Las causas y razones de las invasiones no están en los invasores. Ellas son el resultado de varios factores. Uno de ellos está en que el número de pobres crece más rápido que  la oferta de empleos de calidad, que podría ayudarlos a adquirir viviendas sin recurrir a invadir. Tambien tiene que ver con la incapacidad del estado para construir viviendas en cantidad y al ritmo necesario. Y si no se intenta una explicación racional a este fenómeno social no podremos darle alguna respuesta que procure su solución y no su complicación.
Con frecuencia, pero no siempre, los invasores son pobres, la mayoría mujeres, embarazadas y con hijos y que tienen la necesidad perentoria de hacerse de un terreno donde comenzar un rancho y que para lograrlo tienen pocas opciones.
Una opción es ocupar los terrenos que más nadie quiere: barrancos, orillas de quebradas, zonas inundables o muy degradadas como basureros, lagunas de oxidación, etc. Las familias van llegando en un proceso de ocupación pacifico e invisible a los que nadie les presta atención hasta que ocurre un desastre. Y están las invasiones, usualmente en grupos, sobre terrenos privados o municipales, a edificios abandonados o en construcción y frecuentemente contando con el apoyo, tácito ó activo, de las autoridades. Con frecuencia se muestran violentas para disuadir a los propietarios de recurrir a la fuerza para recuperarlos. Realizada la invasión se les unen otras personas.
Las invasiones son organizadas y dirigidas por movimientos “de los sin techo” que  detectan que tierras pueden invadirse con menos riesgos de expulsión, preparan al grupo, materializan la invasión, asignan las parcelas y protegen a los invasores. Sus tareas incluyen las gestiones que haya que hacer ante las autoridades y la opinión pública. La organización mantiene bajo control el caos inicial, evita las trifulcas entre invasores, impide la llegada de quienes no pertenecen al grupo y suelen contar con el apoyo de grupos violentos y armados.
A los promotores les interesa contar con la mayor cantidad de personas en el terreno invadido pues sus servicios no son gratuitos y son su fuente de ingresos. La organización sirve tambien para exigirle dinero al propietario para negociar la devolución del edificio o del terreno invadido.
A veces se da la intervención de la fuerza pública para expulsar a los invasores, esto es señal de que los promotores se equivocaron al evaluar el poder político real del propietario.
Para ser parte de la invasión hay que pagar contribuciones y estas se siguen pagando aun después de la invasión, mientras sea necesario. Ocurrida la invasión comienza un comercio de parcelas que aumentan de precio a medida que disminuye el riesgo de expulsión. Es común tambien que los promotores se reserven para sí varias parcelas que irán vendiendo según les convenga. Casi nunca los gestores se quedan a vivir en la invasión pues ellos son profesionales: venden y vuelven a organizar otra invasión en alguna otra parte, repitiendo el ciclo del negocio.
A los invasores los partidos populistas les prometen no molestarlos y conseguirles más adelante una vivienda a cambio de apoyo electoral. Hay alcaldes y concejales que han construido su base electoral promoviendo invasiones y, eventualmente, recibiendo ellos tambien sus emolumentos.
Las invasiones son el resultado de políticas sociales y económicas que no generan riqueza ni la redistribuyen bien y es a ellas a las que hay que atender, no cayéndoles a palos porque ellos, de muchas maneras, son las víctimas de una grave situación social y no todo invasor necesariamente es malandro, ladrón o drogadicto.
Tampoco es verdad que todo invasor es muy pobre, basta ver la calidad de las construcciones que aparecen para ver quiénes, entre los invasores, son pobres de verdad y quiénes no. Tambien es común ver ranchos que permanecen deshabitados por meses: están a la espera de que aparezca un comprador.
Incluso los partidos, autoridades y gestores que organizan las invasiones y se lucran de ellas, pueden considerarse que ayudan a resolver de manera inmediata un problema aunque lo hacen de manera muy imperfecta consolidando zonas urbanísticamente desordenadas y carentes de servicios.
(Continuará)

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