Joven policía muere a manos del hampa

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Bajo el inclemente sol del mediodía de este miércoles, se encontraban familiares, amigos y compañeros de trabajo de Yohander José Terán Castillo, en las afueras de la casa, donde velaban los restos humanos del joven de 21 años, quien perdió la vida a manos del hampa.

Rostros de dolor, lágrimas que se veían caer, recuerdos iban y venían. La impotencia los invadía y la tristeza los arropaba. “Últimamente no me gustaba su trabajo por la inseguridad que hay; temía que sucediera lo que pasó.

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Era mi único hijo varón, el mayor y el de la familia dentro del organismo. ¡La Policía fue su pasión!”.

El día de su asesinato se despidió de su padre antes de irse a trabajar, como lo hacía todos los días: “Bendición papá, chao”, le dijo. Después una terrible llamada recibió Jorge Terán, informándole que a su hijo lo habían matado. “Yo estaba trabajando, vine a la casa, me cambié y me fui a la morgue”.

El joven de 21 años vivía junto a sus padres, hermana y esposa, ya que desde hace dos años había contraído nupcias, también en las noches estudiaba Educación Física en la Universidad Politécnica Territorial Andrés Eloy Blanco y desde hace un año pertenecía al Servicio de Inteligencia. “Estaba contento con eso”.

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Terán Castillo, desde pequeño, mostró dotes de ser funcionario policial, incluso, a los 12 años ingresó a la Brigada Patrullera de Los Horcones, la cual tiene nueve años funcionando.

“Era uno de los mejores del grupo; lo quería como a un hijo”, dijo el director, quien prefirió resguardar su identidad. “Siempre le enseñé los valores, los cuales tomó como parte de vida, nunca faltaba los fines de semana, tenía una gran vocación por la institución”, comentó el hombre quien confesó estar muy mal por la pérdida del joven. “Por primera vez a uno de los míos les pasa algo así”.

Luisanny Velásquez, una de las primas del fallecido, también se encontraba en el velorio. Dijo que no lo pasarían por la sede del Comando General de Polilara y describió a su familiar como “excelente persona, que inició en la Brigada Simón Bolívar, luego ingresó a la Escupol a los 17 años. Pensó en una oportunidad también entrar al Cicpc”.

A su memoria vino el recuerdo del lunes, cuando por última vez vio con vida a su primo y padrino de su hija.

“Siempre me preguntaba por la ahijada, cuando se despidió nos abrazamos (…) siempre decía: Hay que proteger a los ciudadanos, por eso nunca quiso retirarse de la Policía a pesar que la familia le insistía en que lo hiciera”.

Los restos del funcionario policial fueron enterrados en el cementerio nuevo de Barquisimeto, mientras que el de su compañero Edie Pineda, en Duaca, de donde era oriundo.

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