Inmunidad diplomática casuística del general Hugo Carvajal

Quizá no se reflexionó con el interés y alcance debido, todos los detalles de la inmunidad parlamentaria del general Hugo Carvajal, exdirector de la DIM, en sus mejores tiempos, estando en el presente, prestado a desempeñar el Consulado de Venezuela en Aruba, representación diplomática a la que nunca tuvo acceso, por la serie de factores que adversan para coronar este preciado objetivo.
Los hechos que son tercos, revelan una serie de sucesos, que ostensiblemente, imprimen la verdad. Cuando el Gobierno de Venezuela notificó la solicitud de “Exequatur”, o aceptación de nombramiento, lo hizo ante el reino de los Países Bajos, (Holanda) que para julio del presente, cuando ocurren los hechos, no había expedido el placer correspondiente. Esa relevante circunstancia, de no dar respuesta, tipifica, nada más, ni nada menos, una negativa absoluta, no aceptaba Holanda, como cónsul en la caribeña isla de Aruba, al candidato propuesto general Hugo Carvajal.
Reconocerle rango diplomático al cónsul de Aruba, no constituye un hecho jurídico, capaz de engendrar por sí mismo derechos y obligaciones que puedan dirimirse en estrados. La Cancillería de La Haya, oficialmente no había aceptado la proposición de nombramiento, que solo se consolida con el placer aceptatorio. En tan apremiante situación: el general Hugo Carvajal, no obtuvo nombramiento de cónsul, ni antes ni después de su detención, durante cuatro días, en el penal de Aruba, como reiteradamente anunciaron los medios de comunicación, de Venezuela y del exterior.
A la postre, se derivan varios sucesos, como complemento de la acción principal. Otorgar un pedimento de inmunidad diplomática, tipifica una acción política de Gobierno legítimamente constituido (institucionalmente el Gobierno presidido por Maduro no posee esa cualidad) o una acción diplomática de Gobierno, previos los requisitos establecidos por la Constitución y el ordenamiento jurídico.
A la luz de los hechos y de las prescripciones del Derecho Internacional, Aruba, no otorgó rango diplomático, como en efecto, no podía, porque no existía materia sobre que decidir. Presionada en sus funciones constitucionales y legales: ordenó la libertad del general Hugo Carvajal, a quien declaró persona no grata, con la advertencia tajante, de no presentarse por el propio territorio de Aruba y de los Países Bajos, so pena de ser detenido nuevamente.
No fue acto voluntario de Gobierno, libre de presiones y apremio, a lo que se vio compelida Aruba, para poner en libertad al cautivo General. El fiscal Superior de la Isla, Peter Blanken, reveló a la prensa, la verdad inequívoca, que los llevó a actuar de esa manera: “Venezuela amenazó con suspender los vuelos a Aruba y con interrumpir el envío de combustible”. Esta amenaza forzada, dio lugar a decisión contraria a derecho y los nobles fines de la institución.
Como salida política consideró el avezado diplomático, Milos Alcalay, exembajador en la ONU, esta penosa acción del Reino de Holanda, de aceptar las presiones de Venezuela, para que Aruba, acordarse poner en Libertad al General Hugo Carvajal. A esta acción intimidadora y ventajista, también se recurrió, como lo reseñan partes periodísticos, provocar tensiones, con buques de la armada, surcando las aguas del dominio marino de Curazao y Aruba.
Estos testimonios hacen ver con diafanidad, que en esta controversial situación, Venezuela no llevó a cabo, ninguna “brillante acción diplomática”, como se dijo, oficialmente, ni alcanzó un sonado triunfo del cual, justamente, podríamos sentir júbilo y ufanía, sino un cuestionado acto de fuerza, sin asidero en el derecho y la justicia, que por tan precarios valores, no hace honor al gobierno al decoro y dignidad de la FAN. Es preferible una derrota honrosa a un triunfo ignominioso.