Incongruencias de la tecnología

-

- Publicidad -

Ya es un lugar común mostrar a un grupo de personas reunidas para compartir una conversación –se supone- en torno a la mesa de un café, pero cada un de ellas está enfrascada en una plática personal en su llamado teléfono inteligente… hasta donde puede ser llamado inteligente un mecanismo, salido, sí, de la inteligencia del hombre. Lo que se ve poco inteligente e incongruente es que nos reunamos a conversar en grupo para luego dedicarnos conversar en privado. Una de las más frecuentes y “populares” incongruencias de la tecnología de la comunicación.

No es la única. A través del uso de Internet uno cae en los más grandes dislates. Cando más le interesa abrir un documento la impertinente máquina nos dice que no es compatible con nuestra sistema, que estamos desactualizados o que el bendito envío está protegido por algo que nos dan en letras y tendríamos que tenerlo sin esta protección o que nos las arreglemos para desbloquear eso. Supongo que a la gente joven estos obstáculos los recibirán como un reto y así empieza un apasionante juego de teclear aquí, allá y acullá hasta triunfar en su búsqueda. Pero para una vieja de 89 años este bucear en un océano desconocido no me hace ninguna gracia. ¿Porque qué puede haber más desconocido para mí que el mágico mundo de la cibernética? A golpe y porrazo, por fuerza de las circunstancias, me he asomado a él, pero, ¡por Dios, no me pidan más!

- Publicidad -

Los grandes inventores de estas cosas no tienen para nada en cuenta a los ancianos y nuestras lógicas torpezas, ¡señores, las capacidades han disminuido y cómo! Pero resulta que sin embargo estamos todavía en el tapete y tenemos cuentas de banco, por ejemplo, ¡horror! El banco quiere que consultemos por lo que llaman “on line” nuestro estados de cuenta, ya no los envían por correo -bueno, tampoco hay correo- y por teléfono nos dicen con reticente tonito, que nuestra llamada nos costará Bs 0,75, como para que nos arrepintamos y acudamos a “on line”. Pues no me arrepiento por tan mínima cantidad pues me hace ganar, aunque ustedes no lo crean, un tiempo precioso. Sí, porque voy a “on line”, empiezo el proceso: marque el número de su cuenta, marque su contraseña, su cédula, su partida de nacimiento, la de defunción, por si acaso, etc. y cuando voy llegando al final me sale el letrerito. “Se le ha terminado el tiempo”… y vuelta a empezar. ¡Para pasar todo el día! Ni mente ni dedos dan para más velocidad. ¿Qué mayor incongruencia? ¡Un método para ser más rápido resulta el más lento!

Última muestra, porque el espacio no da para más. Las computadoras tienen una maravilla de infinitas posibilidades para presentar los textos: cientos de tipos de letras, de colores, de rayados, de… bueno, de todo. Sin embargo, cuando a este diario y a otras publicaciones, les envío mis artículos y quiero destacar la cita de otros autores en letra cursiva, bastardilla, itálica o como se le quiera llamar, aunque les ruego que me la respeten, hacen caso omiso: todo sale como escrito por mí, así sea la página más brillante de Cervantes. ¿Cabe mayor incongruencia que desperdiciar toda esa riqueza para la impresión que está al alcance de la mano?

Pulsa aquí para apoyar la libertad de expresión en Venezuela. Tu donación servirá para fortalecer nuestra plataforma digital desde la redacción del Decano de la Prensa Nacional, y así permitir que sigamos adelante comprometidos con la información veraz, como ha sido nuestra bandera desde 1904.

- Publicidad -

¡Contamos contigo!

Apóyanos aquí

- Publicidad -

Más leido hoy

- Publicidad -

Debes leer

- Publicidad -
- Publicidad -