Ilegitimidad al descubierto

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Pensé titular estas líneas “ilegitimidad creciente”, pero reflexioné y llegué a la conclusión de queeste gobierno es totalmente ilegítimo desde su comienzo. Por tanto no habría ilegitimidad creciente, siempre ha sido ilegítimo, siempre ha sido absoluta su ilegitimidad. Puede haber deslegitimación de un gobierno legítimo, que es otra cosa, supuesto que se da cuando el gobierno nacido de elecciones libres, democráticas, abiertas, plurales, limpias y verdaderas, durante su desempeño se va deslegitimando por alejarse de la legalidad y fundamentarsu actuación sobre la falsedad, la mentira, el fraude y el engaño, como fue el caso de Chávez. Por tanto,  en el caso del señor Maduro, su ilegitimidad como gobernante no es que ha venido creciendo en tan pocos días, sino que siempre ha sido  absoluta, total. Ahora bien, esa ilegitimidad se ha venido descubriendopoco a poco en todo su “esplendor”, es decir, a medida que pasan los días es que ha venido quedando más de manifiesto, más patente frente a toda Venezuela y frente al mundo entero, porque Maduro es presidente producto de unas elecciones viciadas, llenas de triquiñuelas incluso desde la campaña hasta el día de las votaciones y aún después de ellas.
Ilegitimidad es un concepto que hace relación a quien o a quienes pretendan ostentar una condición, un derecho, una facultad o poder, fundamentado en la falsedad. Es decir, cuando la condición que se dice tener no es cierta, o no es genuina o no es verdadera bajo ninguna circunstancia o como dicen algunos bajo “ninguna línea”. Quien se presente como hijo de alguien y no lo sea, no tiene legitimidad para hacer valer hipotéticos derechos familiares o patrimoniales que los hijos tienen sobre sus padres o sus bienes. Y si pretende bajo supuestos falsos, fraudulentos y engañosos, hacer valer unos derechos, habrá cometido un delito.  Una controversia de tal naturaleza deberá dirimirse ante un tribunal competente que declarará lo que corresponda.
A estas alturas de la situación que se vive en Venezuela a raíz de la elección presidencial del 14 de abril, pocos dudan que estemos ante supuestos falsos y fraudulentos para hacer presentar al señor Maduro como ganador de ese evento electoral y haberlo declarado y juramentado como Presidente de la República. Muy bien han hecho los sectores democráticos del país, ejerciendo un derecho previsto en la Constitución Nacional y demás leyes de la República, al intentar un recurso contencioso electoral ante la Sala Electoral del máximo tribunal del país. Ese es el órgano competente para dirimir esa controversia. Para nada significa este hecho una actitud desestabilizadora por parte de los sectores democráticos, como ha dicho el gobierno, cuando por el contrario, no hay nada que demuestre mejor el apego al estado de derecho y a la legalidad, que la vía de los mecanismos previstos en el ordenamiento jurídico vigente en la República. El gobierno se descubre y queda patente su ilegitimidad, al no aceptar que se estudie y se discuta su legitimidad de origen y adopta un desempeño peligroso y demostrativo de su naturaleza autoritaria y antidemocrática. Su comportamiento de los últimos días demuestra fehacientemente quele teme a toda investigación y análisis del acto electoral del 14 de abril, incluyendo la campaña y la utilización  vergonzosa a su favor  de los recursos del Estado. Le teme a contar en su plenitud la votación y la confrontación de las papeletas y los cuadernos de votación de la última elección presidencial y le tiene pánico, verdadero pánico, repetir esas elecciones presidenciales. Y por si eso fuera poco, el régimen adopta una persecución implacable contra todo el que disienta, contra dirigentes democráticos de oposición, mi solidaridad con el respetado General Antonio Rivero, injustamente detenido, impide hablar en la Asamblea Nacional a los parlamentarios que le son opuestos y los agrede salvajemente, mi admiración, agradecimiento y respeto a todos ellos, en especial a la valiosísima María Corina Machado. El mundo entero se alarma y condena lo que ocurre en Venezuela. No hay mejor demostración de la ilegitimidad del régimen que su nerviosismo, sus cadenas de radio y TV cada vez más frecuentes, hasta 3 veces diarias, el despido de miles de empleados públicos por la sola sospecha de haber votado por Capriles y lo que es más grave, el aislamiento internacional que se cierne sobre la República por la agresión del señor Maduro a todos los gobiernos de países hermanos y amigos, por cualquier observación que se le haga al régimen venezolano, por mínima que sea esa observación. No hay duda, Maduro preside un gobierno revestido de una ilegitimidad al descubierto.

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