HONORES A LA BANDERA NACIONAL

Antes escribimos donde fijamos posición sobre la fecha cierta de celebrar el onomástico de la Bandera Nacional. Hoy recurrimos a tema de similar contenido, secundados por el propósito premioso de señalar a los lectores, que en estos días se está menoscabando, con apremio, los honores que debemos tributar a la Bandera Nacional, por su categoría de símbolo de la patria.
En esta época, vecina a las alegres navidades, a su trajín inusitado, ya las tiendas, almacenes y establecimientos comerciales, se llenan de regalos y bagatelas propios de esta esperada festividad y los espacios y centros de exhibiciones, se van cubriendo de luces multicolores, de bambalinas, cintas y toda clase de deslumbrantes adornos, donde colocan con exquisito gusto, las cajas con los apetecibles adornos, donde colocan con exquisito gusto, las cajas con los apetecibles presentes. Es aquí, precisamente, en este derroche de luces y primores, donde apreciamos, en los bordes y superficies de camisas, zapatos y sombreros y en otros artefactos, adornos y emblemas, muy bien impresos, con los específicos colores de la bandera tricolor.
Este descollante aderezo, que aparece casi desprevenido, ocupando lugar principal, en las estanterías y vidrieras, juzgo que constituye clara ofensa a la dignidad de nuestro augusto símbolo de la patria y de una manera más notoria, la bandera que cubre los calzados y zapatos, no nos percatamos que vamos desplazándolos, pisando un sagrado símbolo de la nacionalidad, acreedor, por lo mismo, a alto respeto y cuya exaltación pública y privada, se rige mediante legislación especial.
Mientras tejía estas consideraciones, recordaba una anécdota del taimado Presidente, Juan Vicente Gómez, a quien propuso su acaudalado compadre Don Juan París, la construcción de un edificio, donde techos, paredes y pisos, fuesen repujados de fuertes. Suerte de nuevo riquísimo en alarde de fortuna. El astuto mandatario, respondió: lo lamento, compadre, no acepto porque ofendemos la efigie del Libertador que exorna la moneda.
Con frecuencia, se insiste en esta reiterada actitud, que menoscaba los honras y honores a la bandera, como sagrado símbolo de la patria. Este censurable hábito, es servil imitación, que debemos tronchar de inmediato. El finado Presidente-Comandante, usó y exhibió, con arrogancia, indumentaria que competía, con los gloriosos colores del pabellón nacional y de allí derivó ese servilismo que irradió la fantasía ambientísta.
Una reparadora concepción pedagógica y la más profunda empatía, debemos poner en acción coordinada y coherente, para solo usar la bandera, con absoluto apego al mandato  legal, que rige su uso y su honrosa exaltación. Recordemos el imperdonable deshonor, del comandante de un Cuartel de Naguanagua (estado Carabobo) que gustaba izar la bandera cubana, regalo de un venezolano, Narciso López, en vez del sagrado símbolo patrio. En este mismo vocero, publicamos columna, sobre tan vituperable caso.
Bolívar y Miranda, tuvieron por la bandera un culto honroso y tutelar, con la devoción que expresa aquel sentido himno escolar, que se cantaba sin cesar, en nuestros viejos planteles escolares:
La bandera que trajo Miranda
yBolívar condujo con gloria,
es la insignia más pura y sagrada,
que la patria conserva en honra.
Regresemos al espíritu de la vieja escuela, forja perenne de nacionalidad, de patria y de soberanía, tres valores en actual decadencia, pues el chavismo ha querido suplantar nuestra sagrada bandera, por la enseña comunista roja de Cuba, de Rusia o China, que usurpan predio ajeno. Nuestro viejo himno escolar debe reimplantarse en las escuelas de ahora, para que adquiera nuevo cauce esta canción de libertad y nacionalismo:
Si la felonía trata de ultrajarla,
¡aprendan a los niños, a honrarla, a honrarla!