Delirante. Así podríamos definir el concierto ofrecido por el saxofonista Francesco Cafiso y el pianista Michel Camilo en ocasión de la 7º edición del Festival Internacional de Jazz en Barquisimeto. No quedó butaca por ocupar. A sala llena, estos grandes exponentes de jazz conquistaron el escenario del magno Teatro Juares para más que deleitar a la audiencia, seducirla y suspenderla hasta la más imperceptible nota musical.
Si bien, se diferencian en cuanto al estilo, el jazz corre vertiginosamente por sus venas. Cada uno, con su particular manera de concebir el género, arrancó desmedidos aplausos al público, que de principio a fin, se apreció dichoso y agradecido.De Sicilia a República Dominicana. Cada pieza ejecutada por estos brillantes músicos, trazó colores, texturas e historias en la imaginación de cada uno de los asistentes.
Seductor
Justo a las 7:53 minutos de la noche, el embajador del jazz italiano en el mundo, Francesco Cafiso, arribó al escenario junto a su Island Blue Quartet para dejar el alma en el escenario. Con cada nota que brotó del saxofón, Cafiso acarició el tímpano de los concurrentes. Su presentación, cargada de sonoridades exquisitamente sublimes, dio cuenta de su vibrante personalidad. El saxo y Cafiso se volvieron un solo elemento en escena. Este pupilo de Wynton Marsalis, acompañado por Dino Rubino (trompeta), Giovanni Mazzarino (piano) y Marco Micheli (contrabajo), ejecutó varias de sus composiciones y, en cada interpretación, sencillamente se elevó y vibró.
Tras el 1,2, 3 jazz el bajo, saxo y piano comenzaron a sonar. En instantes se sumó la intrépida trompeta. Al menos 7 minutos duró la ejecución del primer tema. Una segunda pieza descubrió una ligera sensación a tango. “Es un privilegio estar aquí”, dijo el saxofonista en su lengua natal. Precisó que los temas ejecutados estaban dedicados a su tierra, Sicilia. Cafiso y su cuarteto desnudaron emociones. Cada tema lo atrapó. Disfrutó cada instante sobre las tablas. Finalmente, pasadas las 9:00 de la noche, fue ovacionado por el público que lo despidió de pie.
Audaz
Desde que el maestro Michel Camilo pisó el escenario destiló simpatía, su humildad es envolvente. El dominicano hipnotizó, conmovió y dejó sin aliento a la concurrencia que se entregó a cada melodía forjada en el piano.
El jazz encontró, sin duda alguna, perfecta morada en el espíritu de este ganador del Grammy.
El ágil pianista compartió un repertorio que se nutrió de lo académico y caribeño.
A las 9:37 de la noche la velada siguió su curso con el tema de la película Calle 54 de Fernando Trueba, un tema descomunalmente aplaudido por el público Incandescencia al atardecer fue la segunda pieza ejecutada por el versátil Camilo, quien dijo sentirse feliz y colmado de amor y sentimientos por ser parte del festival.
En franco apogeo, las manos de Camilo se desplazaron por el teclado. Con genuina intensidad iba de lo impetuoso a lo sutil. De ese modo tocó un jazz teñido por una sensual salsa que dijo, se nutre del blues.
Camilo escurrió cada nota hasta el final. El público en sintonía, se fundió con este desprendido sentimiento que abrazó ocho temas en total, entre ellos, Caribe, solicitado por los melómanos. A un cuarto para las once de la noche, una lluvia de aplausos cayó sobre esta memorable estrella del latín jazz.
El festival clausura hoy domingo en el Centro Comercial Sambil a partir de las 5:00 de la tarde con Aquiles Báez trío y sus invitados.
Fotos: Edickson Durán
