#EspecialAniversario Cuando la determinación a triunfar es inquebrantable

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El término discapacitado no cuadra en el caso de Johnny Alberto Barrios, mejor conocido en varios sectores de la urbanización Los Crepúsculos, sector oeste de Barquisimeto, por la excelente calidad de sus empanadas, labor que le ha permitido mantenerse, en lo económico, sin depender de otras personas.

Este hombre, de 49 años de edad, alcanzó el tercer lugar en la Categoría Servicio en la adjudicación del Premio Citi al Microempresario 2014, cuando, una vez analizado su caso, se dan a conocer los resultados de su microempresa Mis Esfuerzos, postulada por Fudep y por el voluntario del Citibank, Miguel Galvis.

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En casa de su mamá, en la vereda 34 de la urbanización Los Crepúsculos, dos pasillos acondicionados, tres veces a la semana a partir de las 6 p.m. se llenan de clientes que durante años han degustado y disfrutado las exquisitas empanadas de Johnny, bien sea de queso, carne mechada, queso con jamón; pero las de mayor demanda son las de pabellón.

“Los muchachos de la urbanización vienen a comer las de pabellón, de manera especial cuando van a rumbear,
porque prefieren ir con la barriga llena que detenerse a comer un perro caliente al regreso. Ellos dicen que les llena más”, comenta Johnny.

 

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Esfuerzo puro

 

¿Cuándo inició su negocio?

“Hace 20 años, a pesar de algunos impedimentos físicos, pero los mismos no me han detenido para nada. Yo decidí ganarme mi dinero con mi esfuerzo y poco a poco he ido construyendo este anexo, en casa de mi madre adorada, donde tengo mi habitación, la cocina y todo lo necesario para elaborar las empanadas. Muchos me dicen que son las mejores y creo que así es, porque las hago con dedicación, con amor para brindar una buena atención a mis clientes”.

Johnny presentó problemas de salud desde niño y hoy padece serios desgastes en las dos rodillas, los cuales ameritan una intervención quirúrgica para colocarle las prótesis, y así mejorar su andar. Pero uno lo ve como se mueve en la cocina para preparar las empanadas y asombra la rapidez que tiene al amasar, darle forma de empanada previa colocación de los guisos, en tanto que su asistente, una vecina joven estudiante, Jaikellys Marrugo, ayuda en la atención a los clientes.
“Johnny, dame seis para llevar. Ya sabes cuáles son, las de pabellón”, le dice un cliente desde la puerta y el hábil cocinero responde: “Bueno, tranquilo, tienes que esperar porque hay varias por delante. Siéntate ahí a hablar con tu amigo”.

Él habla rápido, quiere contar todo.

¿Arrancó con todos los implementos, o cómo fue la cosa?

“Pedí un caldero prestado y comencé a hacer empanadas y a venderlas, aquí mismo en casa de mi madre.
Ese dinero ganado me permitió comprar un caldero más grande, compré una cocina de mesa de dos hornillas, a gas, y una nevera pequeña donde guardaba los insumos para las empanadas. Se podía comprar hace 20 años todo lo que uno quisiera, porque los precios se lo permitían a uno, pero hoy es duro, todo está muy caro y cada día se pone más dura la cosa, pero no voy a desmayar”.
Luego: “Jacky, lleva estas tres empanadas a las dos muchachas y al muchacho que están en una de las mesas”, le comenta a su asistente.

 

Habilidades

 

¿Estudió cocina, de dónde viene esa habilidad?
“Terminé el bachillerato no hace mucho, pero no he recibido el título. De joven siempre me gustó la cocina y llegó el momento en que me decidí a iniciar mi propio negocio. Me pareció que yo podía hacer las mejores empanadas y así lo
aseguro”.

Sin dar tiempo a formular otra pregunta dijo: “Al principio me dije que no iba a hacer las empanadas como en otros sitios. Un día antes de hacerlas yo preparo los insumos, como las caraotas, las que al siguiente día, cuando voy a vender, las aliño y dejo listas para la tarde. Lo mismo hago con las salsas, la carne sea molida o desmechada;
todo, pero todo, lo trabajo de un día para otro, porque así agarra un mejor gusto”.
Esto implica no disponer de mucho tiempo libre. Vende lunes, miércoles, viernes y domingo, en tanto martes, jueves y sábado prepara los insumos.

 

¿Cómo hace actualmente con la escasez que afecta a todos en el país?

 

“Hay personas que me ayudan a conseguir algunos insumos, pero otras veces debo salir a la calle, salir a ‘patear la calle’, como dicen popularmente.

Si tengo que hacer las colas, las hago porque no me queda otro remedio, especialmente para conseguir la Harina Pan, que es la que me permite una mejor textura de la masa. El queso que yo uso no es salado, porque le da un sabor amargo a la empanada. Uso un queso que tampoco es simple del todo, queso de primera calidad. Hasta para conseguir el gas hay problemas, pero me traen la bombona, hay que hacer contactos”.

Su condición especial le ha permitido obtener muchas palabras de aliento para no desmayar.

“Los muchachos de la zona me han tratado con mucho respeto. Mi mamá siempre está pendiente, pero yo procuro no recargarle mis cosas, mis asuntos. Tengo un tratamiento médico para mis dolencias de las rodillas y para controlar la tensión.

Yo siento que estoy preparado para atender un negocio más grande, pero las rodillas me frenan, necesito las prótesis y se están gestionando con el CitiBank”.

 

La UCLA y el Citibank

 

Esa determinación de este personaje ha logrado trascender hasta el Decanato de Administración y Contaduría de la UCLA, donde se encuentra la profesora Concetta Espósito de Díaz, quien está al frente de un programa que busca incentivar las actividades de personas que encuadran como microempresarios.
Johnny y decenas de personas han acudido a eventos organizados por el DAC, donde se les orienta para hacer negocios con sus propios esfuerzos, para ser productivos, y este hombre ha asimilado dichas enseñanzas. El DAC ha logrado alianzas con varias instituciones, ONG, empresa privada como la Kraft y el Citi Bank, razón por la que no ha existido duda alguna en promocionar a estas personas determinadas a triunfar, mediante la superación de los obstáculos que se puedan encontrar en el camino.

 

¿Cómo ha sido la experiencia con el DAC y el Citi Bank?
“Ha sido muy positivo, porque he logrado aprender muchas cosas que me han reforzado como persona y organización, para mi labor productiva.

Miguel Galvis y Ramón Domínguez fueron enviados por el Citi para entrevistarme y cuando llegaron aquí, a mi casa, me dijeron que estaban sorprendidos porque no esperaban encontrarse con una persona discapacitada, pero les demostré
que eso no es ningún impedimento para trabajar, para tener éxito en lo que hago”, comenta con mucho orgullo.
Alentado por la profesora Concetta de Díaz, presentado por el voluntario del Citi Miguel Galvis y postulado por Fudep, este barquisimetano viajó a Caracas donde obtuvo el tercer lugar en la categoría de servicio del evento denominado Premio Citi al Microempresario 2014 y donde otros dos larenses lograron destacarse frente a representantes de varias entidades del país.
Ni la escasez de productos básicos para la elaboración de sus empanadas y los padecimientos en sus rodillas, son capaces de frenar a Johnny, quien, en algunas horas libres, previo al inicio de la jornada de venta, navega en el inagotable mundo de internet. Tiene su perfil en Facebook, pero cuando llega el momento de ponerse en acción, nada lo detiene.

“He trabajado duro. Tengo mi clientela de otros sitios de Barquisimeto, porque me llaman para hacerme pedidos y no les puedo quedar mal. Jaikellys me ayuda a atender la lunchería, se encarga de cobrar y ya sabe amasar para dejar la
masa en su punto, como a mí me gusta trabajarla; pero hay algo que me preocupa mucho y es ¿qué va a pasar conmigo cuando esté viejo y tenga que retirarme? Me gustaría que las autoridades hagan algo, que se le permita a quienes nos
movemos en este mundo del microempresariado contar con alguna pensión. Pienso a futuro, a pesar de que estoy esperando las prótesis, pero uno no sabe cómo vienen las cosas más adelante”.

Texto y fotos José Flores Ávila

 

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