«Escuelita» del Pediátrico: Labor que beneficia la calidad de vida de infantes oncológicos (Fotos)

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A las 8:00 de la mañana inicia la faena en la “Escuelita” de pacientes oncológicos del Hospital Pediátrico Agustín Zubillaga.

La psicólogo visita a los pacientes en sus habitaciones para saber quiénes están en disposición de acudir a sus clases e informa de esto a las docentes encargadas.

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Son recibidos en un aula colorida, adaptada a su mundo infantil. Les dan los buenos días y con oraciones, además de canciones, motivan el componente espiritual de los niños.

Hasta las 11:00 de la mañana, y luego en el horario de la tarde, en los casos que sea posible, los pequeños allí recluidos disfrutan de un tiempo diferente, puesto que no sólo cumplen con actividades de su escolaridad regular, sino que comparten entre ellos a través de actividades recreativas, lúdicas y dinámicas.

El área especialmente diseñada para estos pacientes, con patologías delicadas, fue donada cinco años atrás por la Fundación Amigos del Niño con Cáncer (Fanca), que aún la sostiene. Dependen del Ministerio de Educación, como el resto de las escuelas hospitalarias del país.

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De acuerdo con el tratamiento y estado de salud de los pacientes recluidos, pueden atender entre 12 y 15 infantes diarios.

El valor de la escolaridad

En esta aula especial tres docentes cumplen con la planificación regular, asistencia, control de niños intervenidos, fallecidos, ingresos y egresos.

Las actividades que allí realizan dependen del movimiento en hospitalización, puesto que sobre las fechas de tratamientos planifican sus proyectos mensuales y objetivos, de acuerdo al diagnóstico y la supervisión de los infantes.

Meses atrás trabajaron con arte y textura, ya que recibieron a una niña de ocho meses y una paciente invidente. Tomaron en cuenta las necesidades de ambas y adaptaron el trabajo en la “Escuelita” a sus condiciones, ya que comprenden que a los pequeños oncológicos les inquieta estar en dicho espacio.

Para Luz Mendoza, docente de educación integral, con cinco años de labores en el salón especial, el trabajo educativo con estos pacientes es necesario e indispensable, puesto que al culminar sus tratamientos, y si el médico tratante lo autoriza, se incorporan a las aulas regulares.

“Emocional y cognitivamente los ayuda, porque ningún niño quiere que otro conozca más que él. Que vean que ellos están enfermos y que los otros niños asistieron a clases, los estresa y es eso lo que debemos evitar”, comentó.

En el aula de oncología también laboran psicopedagogos que se encargan de tratar las dificultades que impidan continuidad educativa, como déficit de atención, hiperactividad y otras. A esto se suma el apoyo que deben brindar los padres en casa, que no siempre son responsables de la educación de los niños, por razones de dinámica familiar.

La psicoeducación

Cuenta la psicológico Bolivia Silvia que estos pacientes suelen presentar cuadros de depresión, mutismo selectivo, agresividad, atención selectiva y otros, causados por la irritabilidad que genera su prolongada estadía en el hospital, sumado al cambio que se produce en la dinámica familiar, al conocerse que en casa hay un paciente oncológico.

Comenta que en ocasiones asisten a pacientes de familias con escasos recursos, que ni siquiera conocen de qué trata la patología, por lo cual deben psicoeducarlos, lo que también ayuda a disminuir los niveles de ansiedad y preocupación que se generan en los familiares. “Las madres suelen sentirse irritadas, tristes o ansiosas, y les transmiten esas sensaciones a los niños… Debemos evitar esos episodios, ya que el pequeño puede sentirse culpable”, comentó la psicólogo, quien señaló que los infantes, en su mayoría, aprecian la enfermedad como un castigo.

Ante el terror que puede generar el desconocimiento de la enfermedad, les brindan información al respecto, a través de dinámicas lúdicas, con las que manejan información adecuada a su edad y conocimiento. Trabajan con base en historias que son creadas en el aula y presentadas en sus habitaciones. Con estas les explican qué es el cáncer y los beneficios del tratamiento a los cuales están siento sometidos. Así convierten su dolor y sentimiento de castigo en afrontación, fortalezas y esperanzas.

Estimulan su imaginación de manera positiva, a fin de trabajar amenamente las distorsiones cognitivas o miedos, que pueden complicar su estado de salud. También se convierten en niños que aceptan el tratamiento. Familiares y niños son tratados en conjunto.

Mente en positivo

La psicología positiva es el pilar fundamental del trabajo en esta aula especial para infantes oncológicos, puesto que según estudios realizados dicha estimulación promueve una psiconeuroinmunología que a su vez refuerza el estado inmune de niños, propensos a contraer infecciones por su estado débil.

Apoyo incondicional

Durante 26 años Fanca, ha trabajado en apoyo a los infantes oncológicos.

Cinco años atrás donó en el cuarto piso del hospital Pediátrico Agustín Zubillaga un aula de atención a los infantes, donde no sólo reciben continuidad académica, sino también ayuda psicológica, para ellos y sus madres, a quienes se les apoya en lo espiritual y sentimental. Es de recordar que cada hogar es distinto y cada paciente presenta emociones diferentes.

Allí tratan a niños desde los 0 hasta los 18 años de edad, a quienes procuran brindar atención integral.
María Elena Olivares, segunda vicepresidenta de Fanca, comenta que también brindan apoyo en sus requerimientos médicos, bien sea tratamiento o enfermedades.

Sumado a ello colabora con insumos, pañales, sábanas y todo aquello que haga la estadía del pequeño lo menos complicada posible.

Esto se traduce en calidad de vida durante la aplicación de sus tratamientos, ya que los pacientes atendidos en dicha unidad suelen ser miembros de familias de escasos recursos.

El llamado a las escuelas y docentes regulares

Mendoza exhorta a los educadores regulares a apoyar a aquellos alumnos, que sean pacientes oncológicos, porque en muchos casos en su regreso a la escuela son rechazados por docentes y directiva, al no reconocerles su estudio en la “Escuelita”, ni el boletín e informe realizado por los psicólogos y psicopedagogos tratantes.

Deben presentar exámenes especiales y cartas para que no sean aplazados.

Refiere que allí los asisten pedagógicamente y que están abiertos al intercambio con los docentes regulares, quienes pueden compartir con ellos el material que sea tratado en las escuelas e incluso visitarlos.

La docente comenta que a estos niños les afecta ver que sus compañeros son promovidos de grado y ellos no; pueden presentar cuadros de depresión.

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