Escasez y especulación: El negocio redondo de los desempleados

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La acentuada escasez que se vive en Venezuela es el escenario perfecto para que los trabajadores de la economía informal busquen lucrarse con la compra y venta (a mayores costos), de los artículos de primera necesidad que hace mesesdesaparecieron de los anaqueles de supermercados, pequeños abastos y grandes cadenas de farmacias.

Los revendedores han conseguido el “negocio redondo”, mientras afectan el bolsillo de quienes, por necesidad, se ven obligados a adquirir los productos a precios exorbitantes (el doble o más del costo oficial).
Es bien sabido que la escasez, el fenómeno más particular que ha sucedido en la economía venezolana y que se ha acentuado desde el pasado 2013, ha desaparecido, en primer lugar, los productos con precios regulados.

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Así inició un extendido contrabando en el país, que no sólo evade impuestos sino que pasa por encima de los precios fijados por la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde).

En Lara y buena parte del territorio nacional, los comerciantes informales presumen de tener un amplio inventario de artículos de aseo personal y de más de 20 productos de los 60 incluidos en la cesta básica alimentaria, que adquieren bajo condiciones ilegales o con un nuevo modus operandi: Hacer colas a diario en locales con existencia de productos a precios regulados, para luego revenderlos en la calle y obtener ganancias que les permitan subsistir en medio del desempleo.

Es el caso de un vendedor que prefirió no ser identificado y que cada domingo llega al Mercado San Juan surtido de productos de aseo personal que adquiere durante la semana.

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“Ya conozco los comercios y los días que llega mercancía, así que ese día me levanto temprano con mi esposa y mis tres hijos, para hacer la cola y comprar el máximo de artículos permitidos (…) los domingos traigo al mercado lo que la gente está buscando”, dijo.

Aún consciente de que incurre en la reventa y especulación, además de usura al vender los productos hasta tres veces más del costo real obteniendo una ganancia desproporcionada, este señor dijo que es su único ingreso, puesto que su esposa es ama de casa y sus hijos –dos de ellos recién graduados- engrosan la lista de desempleados del país.

La otra cara de la moneda es ese venezolano que necesita, a toda costa, adquirir artículos de higiene personal para sus hijos pequeños, y algunos alimentos que forman parte de su mesa.

Marina Camejo es una de esas trabajadoras que, con poco más del sueldo mínimo, busca extender el dinero al hacer las compras en los mercados populares. Sin embargo, el asombro al ver los precios de los artículos de primera necesidad, le genera impotencia al ver la especulación y confirmar que no le alcanza el sueldo.

“Necesito comprar café y aceite, cada uno me lo venden a 70 bolívares. Cada paquete de harina y de azúcar debo pagarlo a 30 bolívares (…) tengo un hijo de diez meses; para él necesito pañales, y un paquete que cuesta 80 o 160 bolívares (depende la cantidad), aquí los venden en 150 y 250. Las toallitas húmedas para la higiene del niño las venden en más de 140 bolívares, y realmente cuestan entre 50 y 70”, resumió Camejo en medio del pesar que le genera esta situación.

Y es que un jabón de baño regulado a 17,50 bolívares, lo ofrecen los vendedores informarles a 30, y hasta 50 dependiendo la marca. El champú que cuesta 36 bolívares, lo venden entre 70 y 140 bolívares.
Otros productos como lavaplatos, jabón en polvo, acetona, papel sanitario y desodorante, son ofertados a precios exorbitantes. Lo mismo sucede con alimentos como el arroz, leche, margarina, mayonesa, harina de trigo, leche condensada, y otros.

El titular de la Cámara de Comercio del estado Lara, Álvaro Entralgo, dijo que la mejor formar de disminuir la especulación generada por la escasez, es que los comercios lleven un control con nombre y cédula de los compradores, a fin de evitar que asistan a diario en busca de los productos regulados.

Admitió la falta de producción en el país, pero recordó que la única forma de reactivarla es quitar el control de precios que obliga a vender los productos a un precio que está por debajo del costo real.

Entralgo lamentó que la actual Ley Orgánica de Precios Justos no aplique a los revendedores. “La ley es para el comercio formal, pero no para el que está en la calle, que no paga impuestos. Hay montones de gente comprando en PDVAL y Mercal, se van a los barrios a vender por encima del precio regulado y nadie les hace nada”, acotó.

EL IMPULSO quiso además consultar la posición de la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde), en la voz de su coordinadora regional Valentina Querales, pero no fue posible. La titular alegó no estar autorizada para dar declaraciones al respecto, ya que debe tener autorización de la dirección nacional.

Por su parte, el Fiscal Superior del estado Lara, Williams Guerrero, invitó a los consumidores a realizar las respectivas denuncias, ya que es la única forma de saber dónde se está cometiendo el delito y así poder tomar acciones en el caso.

Comercio en línea

Los revendedores de productos regulados no sólo están en las calles.

De este comercio también viven otras personas que decidieron “modernizar” la acción, y ofrecen sus productos a través de anuncios clasificados en los periódicos.

Las redes sociales también han servido para la compra venta. Fotografías de los artículos más buscados, tienen un anexo con los números telefónicos para localizar a los vendedores a través de mensajería de texto.
De tal forma que, en sus casas, los revendedores cuentan con depósitos de productos que compran a precios regulados.

Para ello no sólo hacen extensas colas, también viajan por diferentes ciudades del país para “cazar” la mercancía y regresan con grandes cajas contenidas de todo aquello que los ciudadanos necesitan.
Así, mientras algunas personas aseguran vivir un verdadero “viacrucis” para obtener los artículos de primera necesidad, otras se lucran de los mismos, desde la comodidad de su hogar.

 

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