Enfoque AFP: ¿Por qué Bachelet parece imbatible?

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Con un carisma innato y una cercanía que provoca envidia, nada parece hacer mella a la popularidad de la exmandataria socialista chilena Michelle Bachelet, quien con un respaldo invulnerable anunció la noche de este miércoles que volverá a postularse a la Presidencia de Chile.

Bachelet, de 61 años, médico pediatra de profesión, divorciada, madre de tres hijos y agnóstica declarada, decía reunir “todos los pecados capitales juntos”, pero logró convertirse en 2006 en la primera mujer en ocupar la Presidencia chilena y ahora es favorita para los comicios de noviembre, luego de quedar impedida por ley de acceder a la reelección inmediata.

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Tras cuatro años en el poder, Bachelet dejó el gobierno en marzo de 2010 con una popularidad récord del 84% y hoy, después de tres años fuera de Chile -a cargo de la oficina ONU-Mujer-, incluso podría ganar la próxima elección en primera vuelta.

La última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), la más reputada del país, le otorgó en diciembre un 53% de respaldo, mientras que su más cercano contendor, el derechista Laurence Golborne, figuró sólo con un 11%.

Poco después de haber regresado a Chile este miércoles, Bachelet anunció que volverá a presentarse a la Presidencia de su país en las elecciones del próximo 17 de noviembre.

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La madre de Chile

 

Como si se tratara de una madre, una hermana o una tía, la base de la popularidad de Bachelet se sustenta en la cercanía y calidez con la que es percibida.

“Ella es una gran madre para una sociedad que en sus relaciones cotidianas es fría, donde todo está estructurado en torno a relaciones funcionales. Ella establece las relaciones que establece un padre o una madre con sus hijos, no basada en consideraciones instrumentales”, explicó a la AFP el sociólogo Eugenio Tironi.

Antes de que confirmara su regreso a Chile, su madre, Angela Jeria, se declaraba abrumada por el cariño que despierta su hija.

“Me ha tocado recorrer el país y me abruma el cariño y adhesión a Michelle”, dijo Angela Jeria, en octubre pasado.

“Bachelet no produce cariño o cercanía por ser tan simpática, sino por su autenticidad. Tiene una cosa genuina, poco maqueteada”, agrega Tironi.

 

Una flor en el pantano

 

La popularidad de Bachelet sobrepasa los resultados objetivos de sus cuatro años de gobierno, que para algunos pueden incluso ser discutibles.

La madrugada del 27 de febrero de 2010, a doce días de que Bachelet dejara el poder, un terremoto de 8,8 grados, seguido de un devastador tsunami, azotó el centro y sur de Chile, dejando más de 500 muertos.

Aunque Bachelet fue una de las primeras en llegar al centro de emergencias, es recordada por cancelar tempranamente una alerta de tsunami, que finalmente sí ocurrió.

La justicia descartó su responsabilidad política -al considerar que actuó en base a informes técnicos erróneos-, pero su actuación en esas horas previas ha sido blanco de descarnadas críticas.

Las críticas, sin embargo, parecen no alcanzarla, al igual que el creciente desprestigio de la clase política chilena.

“La Concertación -la coalición de centroizquierda a la que pertenece Bachelet- baja progresivamente sus cifras de aprobación. Sus líderes más importantes están en el fondo de la tabla en términos de aprobación, pero ella se muestra incólume, inmaculada”, dice a la AFP el abogado y cientista político Cristóbal Bellolio.

“Bachelet es una flor en un pantano”, agrega.

 

Piñera, la cara opuesta

 

Pero si el respaldo a Bachelet parece imbatible, el apoyo al presidente Sebastián Piñera va en dirección inversa, tanto que el propio mandatario reconoció envidiar el apoyo que ella concita.

“Siento envidia en el buen sentido de la palabra. A uno le gustaría tener ese mismo nivel de apoyo y adhesión”

A diferencia de Bachelet, el mandatario -un multimillonario empresario de derecha- es percibido como frío, distante y soberbio.

Las altas expectativas que generó al inicio de su gobierno, al que afirmó accederían sólo “los mejores”, le habrían pasado la cuenta.

“Los chilenos quieren a Bachelet por los mismos motivos por los que no quieren a Piñera. La gente aprecia su sencillez, la horizontalidad en sus relaciones, su preocupación genuina por los desvalidos y una particular sensibilidad hacia ellos”, estimó Tironi.

“A diferencia de Piñera, la expresidenta Bachelet tiene una capacidad de transmitir cercanía, de estar preocupada por los problemas que le afectaban a la gente. Nunca se vendió a sí misma como una gran transformadora, como la impulsora de un proyecto radicalmente distinto de lo que había”, coincidió Bellolio.

Su historia personal le hace tener también una conexión especial con Chile. Hija del asesinado exgeneral de la Fuerza Aérea Alberto Bachelet, vivió en carne propia los horrores de la represión política durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), el exilio y la tortura, pero nunca ha demostrado rencor ni afán de venganza.

“A diferencia de otras personas que comparten su generación y que tienen buenas razones para seguir siendo odiosos y están constantemente recordando la dictadura, ella parece ser dueña de una resiliencia que hace que la gente la distinga de lo que son el resto de los político de su sector”, dice Bellolio.

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