Desde las primeras horas de la mañana de ayer los familiares de José Gregorio Giménez García, de 18 años de edad, se internaron en lo profundo de una montaña de Sabana del Padre, en La Mora, municipio Palavecino. Un conocido les dijo que cerca de una quebrada que atraviesa la montaña había un cadáver.
A pesar del difícil acceso los familiares no titubearon para adentrarse en la zona, porque tenían la esperanza de encontrar al muchacho que estaba desaparecido desde el viernes 7 de agosto, a las 5:00 de la tarde.
Ese día José Gregorio salió desde la casa de su hermana mayor en la Piedad Norte, en donde pasó unos días, hacia lla casa de su mamá en el sector El Roble, pero nunca llegó. Pasaron tres días hasta que la mamá y los hermanos se percataron de la desaparición, porque según contó la señora Gregoria García ella creía que estaba con la hermana y ésta a su vez pensó que estaba con la mamá.
El joven no tenía teléfono pero siempre se mantenía en comunicación con su familia. La mamá se extrañó porque durante esos días no la llamó y el martes 11 cuando preguntó por él, fue cuando notó la desaparición.
Durante todos estos días lo buscaron en hospitales, comisarías, organismos de seguridad y en casa de familiares en Sarare, municipio Simón Planas, pero no había rastros de él. La hermana Ingrid Giménez denunciaría ayer la desaparición ante el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) pero antes de que lo hiciera recibió la noticia del hallazgo del cuerpo de su hermano, a eso de las 10:00 de la mañana.
A José Gregorio lo asesinaron y le prendieron fuego. Los homicidas colocaron encima de su cadáver trozos de leña para que se consumiera, pensaron que no quedaría rastros del crimen pero una media color azul bastó para que la familia lo identificara. Esas medias las había comprado hace poco.
José Gregorio era el consentido de la señora García, quien por segunda vez pasa por el dolor de perder a un hijo. Hace nueve años, “un 25 de diciembre me mataron a mi hijo Javier, de 20 años” recordó, según ella. El crimen se trató de una confusión porque “el muchacho era bueno”.
En cambio “José Gregorio sí estaba en malas andanzas, consumía (droga) como todos los muchachos de ahorita”, dijo la madre. Fue en 2012 cuando el joven decidió abandonar los estudios y comenzó a trabajar en un abasto pero pasó el tiempo y conoció gente mala. “En ese momento se descarriló”.
Los intentos porque se alejara del camino del mal fueron en vano y los supuestos “amigos” que lo llevaron a que tomara malas decisiones, ni siquiera preguntaron por él.
Dos en menos de una semana
El cuerpo calcinado localizado en Palavecino es el segundo en menos de una semana, en las mismas circunstancias.
El domingo 16 de agosto fue encontrado Wiliam Perozo, de 33 años de edad, quemado en una quebrada ubicada en el kilómetro 13 de la vía Quíbor, específicamente entre los sectores Villa Crepuscular y Asoprado.
La víctima desapareció cuatro días atrás y aunque lo reportaron a las autoridades fue la misma familia la que dio con su paradereo. Willian era conductor de un camión y residía en el sector Santa Eduviges.
Comprobar identidad
En ambos casos el Cicpc deberá realizar las experticias de odontología forense mediante la elaboración y comparación de registros dentales, para determinar la identidad de los occisos e iniciar el proceso de esclarecimiento de los crímenes.
