En las fauces del lobo

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Dos articulistas, Tito Livio Caldas y Rafael Nieto Loiza, de los diarios El Tiempo y El Colombiano de Bogotá y Medellín respectivamente, han destacado la violación del derecho de los refugiados en su Artículo 51, por parte del gobierno colombiano. Esto a propósito de la deportación de los estudiantes venezolanos Lorent Gómez Saleh y Gabriel Valles, entregados por el gobierno de Juan Manuel Santos al régimen de Nicolás Maduro.
El hecho recuerda la entrega del líder estudiantil dominicano Manuel Lorenzo y Carrasco, entregado a la dictadura de Trujillo por el gobierno colombiano de Mariano Ospina Pérez. Dice Tito Livio Caldas “Entre quienes protestaron se encontraba don Eduardo Santos, alma del periódico El Tiempo. Quién iba a imaginar que 60 años después, el sobrino del expresidente Eduardo Santos fuera quien cayera en la funesta decisión de entregar a su verdugo a un par de jóvenes venezolanos y luchadores democráticos”.
El gobierno de Juan Manuel Santos, gran beneficiado del desastre económico que ha vivido Venezuela en el tiempo de Chávez y Maduro, se ha convertido en el colaborador de la dictadura venezolana. Lo ocurrido recuerda en Venezuela la muerte del líder estudiantil Eutimio Rivas, nativo de Santa Cruz de Mora, Mérida, asesinado en el gobierno de López Contreras en febrero de 1937, a solo dos meses del fallecimiento del dictador Juan Vicente Gómez, cuando todavía la policía de Caracas estaba en poder del gomecismo.
Hoy el nombre de Eutimio Rivas, lo llevan, escuelas y  liceos de Caracas, Mérida y Maracaibo y hasta un barrio y centro de salud de Valencia, como recuerdo imperecedero a un valiente enfrentó a la tiranía. Lo ocurrido con Gómez Saleh y Gabriel Valles, nos transporta en el tiempo, al homicidio culposo de la dictadura perejimenista venezolana contra el joven militante del partido Acción Democrática León Díaz Blanco ocurrido en Barranquilla por agentes de la Seguridad Nacional. A casos como los crímenes contra las hermanas Mirabal y el del profesor Jesús Galindez en la República Dominicana, asesinados por la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, o la vil muerte contra el dirigente estudiantil cubano José Antonio Echeverría, Presidente del Directorio Revolucionario, masacrado en La Habana por la dictadura de Fulgencio Batista.
A Juan Manuel Santos habría que recordarle lo que dijo el autócrata venezolano Antonio Guzmán Blanco “el que se mete con muchachos está irremediablemente perdido”. El gobierno colombiano ha violado derechos de los refugiados: el principio de la no devolución al territorio de donde vinieron perseguidos, a no colocarlos en las fronteras del país donde su vida peligre y menos de entregarlos a un gobierno como el de Nicolás Maduro que este año por causa de las protestas estudiantiles, la represión acabó con la vida de cuarenta jóvenes universitarios. Santos entregó a Saleh y Valles en las fauces del lobo. Ojalá no mueran en las mazmorras chavistas.

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