El 26 de octubre hubo elecciones presidenciales en Brasil (segunda vuelta) y el 4 de noviembre elecciones legislativas en Estados Unidos. En este último caso, se renovaron el Senado y la Cámara de Representantes.
La presidenta de Brasil Dilma Rousseff, ganó por estrecho margen al socialdemócrata Aécio Neves y obtuvo un nuevo mandato para conducir por cuatro años más al vecino país. La señora Rousseff tendrá un segundo mandato muy condicionado debido al crecimiento de la oposición y por el gran desgaste sufrido en su primer gobierno, producto no solo del paso del tiempo sino también por el descontento social derivado del indetenible proceso de deterioro socioeconómico sufrido por Brasil y por la espantosa corrupción descubierta tanto en el pasado gobierno de Lula como en su propio gobierno. Las protestas han sido tan grandes que un país tan aficionado al fútbol, protestó hace cuatro meses, por dispendiosa, la realización del mundial de fútbol en su territorio.
La señora Dilma sin embargo, se ha dado cuenta de la necesidad de llegar a acuerdos con la oposición y ha alentado un diálogo, todo indica que sincero, para manejar la grave crisis del enorme país del sur. En Brasil funcionan, con todos sus defectos, las instituciones del Estado. Por esta razón, la presidenta Dilma ha tendido puentes con la oposición, la que a su vez, sin dejar de hacer sus críticas y sus severos cuestionamientos, ha entendido que el país debe buscar entendimientos y acuerdos que salven la democracia brasileña y logren el bienestar de la población. La presidenta tiene ahora la oportunidad de demostrar su vocación de estadista. Mala suerte ha tenido el señor Jaua al presentarse el incidente de su niñera en momentos que la Rousseff se siente, más que nunca, obligada a respetar las instituciones y no interferir en asuntos que son de la exclusiva competencia del poder judicial. Allá no hay quien haga lo que los “bolivarianos” hacen acá, instrumentalizar las instituciones a su servicio.
Por su parte el señor Obama no las tuvo todas consigo el 4 de noviembre. El partido Demócrata, su partido, perdió en el Senado y en los representantes. Perdió gobernaciones tradicionalmente demócratas como Maryland y Massachussetts. Obama deberá concluir sus últimos dos años con un Congreso en manos de la oposición. Por supuesto que no es la primera vez que ocurre, ni significa tampoco que los republicanos ya tengan asegurada la Casa Blanca para el 2016. Pero ambos partidos se dan cuenta que priva el interés nacional sobre el interés grupal y personal.
Por eso Obama, apenas se conocieron los resultados, señaló que los republicanos “tuvieron una buena noche”. Y más que eso, el presidente declaró: “Estoy ansioso por trabajar con el nuevo Congreso para que los dos años próximos sean lo más constructivos posible”. De ambos casos deberían aprender Maduro y Cabello, Reyes del sectarismo y la exclusión.
