“Él iba a dialogar y lo recibieron a tiros”, madre de joven asesinado

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Para Amada Mendoza, pedir justicia o querer tomarla por sus manos, no es una opción; ella le deja todo a Dios y que sea Él quien se encargue de las personas que le mataron al menor de sus siete hijos. Es el segundo que le asesinan, pues en 2010 le ultimaron al otro, con apenas 22 años, cuando se encontraba privado de libertad en la Penitenciaría General de Venezuela, (PGV).

La dama narró que el pasado domingo, a eso de las seis de la tarde, Reny Javier Almao Mendoza, de 19 años, salió de su casa en La Peña de Barrio Unión. No se despidió; simplemente se fue con su mujer y su amigo Wilder José Rodríguez, de 18 años.

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Se fueron hasta la cancha del barrio El Bolívar. “Sólo dijo: vengo a dialogar y de una vez los recibieron a tiros. Su esposa fue corriendo hasta la casa y nos informó de lo ocurrido, cuando fuimos al sitio nos recibieron igual”, comentó.

Desde ese momento la angustia invadió su alma. También la desesperanza porque sabía que su hijo estaba muerto pero no podía ni siquiera poder ver su cadáver. Fueron hasta distintos cuerpos de seguridad y no pudieron hacer nada. El domingo, a primera hora, regresaron y siguieron unas huellas y rastros de sangre, los cuales los llevaban hasta la orilla de una quebrada.

Revisaron bien pero no pudieron verlos. Después los funcionarios del Cicpc los acompañaron e interrogaron a algunas personas del lugar y tampoco fue posible.

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La señora Amanda dice que su hijo fue a dialogar “con esos malandros porque lo estaban involucrando en un robo que no había hecho pero no lo dejaron hablar (…) ese muchacho se me descarriló desde que tenía 15 años, nosotros hablábamos con él pero no hacía caso. Desde el 16 de mayo se estaba presentando por droga”.

Este martes en la noche, cuando los familiares de los fallecidos se encontraban en la sede del Cicpc, recibieron una llamada que los bomberos estaban sacando unos cadáveres de la quebrada, fueron hasta el sitio y eran los de los jóvenes. “Tampoco podré ver a mi hijo después de muerto porque lo sellaron, igual que al otro porque le habían disparado en el rostro”.

Almao Mendoza deja huérfano a su pequeño hijo de tres meses.

El último beso

Antes de salir de su casa, Wilder José Rodríguez besó en la mejilla a su mamá Teresa del Carmen Cordero, siempre lo hacía pero la mujer nunca imaginó que sería el último que recibiría del cuarto y menor de sus hijos, “era el consentido… no, no puede ser… mi bebé”, decía la dama en medio del llanto.

Relató Cordero que su hijo no andaba en malos pasos, “él estudió hasta el primer año pero me decía que no le entraba nada en la cabeza. Me pedía ayuda y yo hacía lo que podía. Después hacía los oficios de la casa. Ese día se fue con su amigo Reny y la esposa de él, al rato ella nos avisó que a mi hijo lo habían herido pero no pudimos rescatarlo porque había muchos tiros y estaba oscuro”.

 

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